La Habana, Cuba.- Por impensado que parezca, son los pensionados de Argentina quienes llevan la voz cantante en el rechazo a la política depredadora del presidente Javier Milei.
No es algo nuevo. Las Abuelas de Plaza de Mayo nacieron en plena dictadura militar para pedir la aparición de sus nietos, así como las Madres se organizaron y marcharon para clamar por sus hijos.
Concluida la dictadura, sus rondas en la Plaza, un día a la semana, no cesaron: todavía no se había hecho justicia. Siguiendo sus pasos, los jubilados iniciaron protestas similares en los tiempos del neoliberal Carlos Saúl Ménem por los años de 1990, cuando Argentina fue el país de América Latina que de forma más profunda cayó al abismo neoliberal.
Como ahora, los jubilados fueron el segmento poblacional más afectado en un entorno social marcado por el aumento galopante de la pobreza.
Los primeros
Veintitantos años después de aquella crisis provocada en Argentina por el modelo neoliberal, y de las rondas semanales de los jubilados, ellos han retomado las marchas pacíficas cada miércoles.
Ahora lo hacen contra un nuevo capítulo de despojo de los derechos de la ciudadanía, dictado esta vez por el gobierno de La Libertad Avanza, del presidente Javier Milei. Piden, apenas, mejores pensiones. Y han sido fuertemente reprimidos.
Como en otras ocasiones, para la jornada de mañana se les unirán sectores laborales y organizaciones feministas para marchar bajo un lema significativo: «La resistencia crece».
Esa consigna invita a pensar en el liderazgo de un sector que, con su ejemplo, pareciera estar dictando la pauta a los movimientos populares y gremiales argentinos que se les unen.
Los jubilados son valientes. Y siguen siendo los primeros.