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La Habana, Cuba. – Unas mil 300 libras, es decir más o menos media tonelada de papas, desaparecieron hace unos días en un mercado del Vedado habanero.

Solo la denuncia popular y el rápido accionar del gobierno local sacaron a flote el daño a más de 400 personas y pusieron tras las rejas a los bandidos que lucraban con la necesidad colectiva.

Estos tiempos son malos, muy malos, y la familia cubana tiene que enfrentar a diario carencias de todo tipo, por lo que no se puede permitir que alguien se aproveche de la necesidad ajena.

Por supuesto que en última instancia el control es una responsabilidad estatal, pero hay que reconocer que no se puede poner un policía en cada esquina…y ahí entramos todos. El control popular, que es una vieja idea enraizada en la teoría leninista, tiene tremenda actualidad en la Cuba contemporánea.

Participación de todos                                                                                                       

La vida, que siempre es más rica que cualquier teoría, ha demostrado que hay brechas que es imposible controlar por el Estado como ente superior de poder.

Por eso es necesaria la participación de todos, junto a las instituciones administrativas y judiciales, en la denuncia y prevención de los delitos. Eso es el control popular, quizás el más efectivo mecanismo de corrección social, pero que necesita de una contrapartida realmente funcional.

En un texto de hace un año, la reconocida jurista Marta Prieto afirmó que esa es la expresión de la implicación directa del pueblo en el proceso de toma de decisiones, de participación activa y no de asistencia o asentimiento formal.

Hay consenso en que el control popular más que una necesidad permanente, es una obligación ciudadana, incluso hasta para repartir las papas.