La Habana, Cuba. – La imposibilidad de Occidente de infligir un golpe mortal a Rusia por medio de Ucrania, está desatando actitudes desatinadas por parte de algunos titulares europeos.

Uno de ellos es el presidente francés, Enmanuel Macron, quien ha propuesto a sus colegas el envío de soldados para apoyar a Kiev.

La materialización de esa idea equivaldría a una extensión del conflicto que se convertiría en guerra intra-europea, y ha sido rechazada, casi con espanto, por sus socios. La actitud de Macron exhibe las pocas esperanzas europeas de que el conflicto bélico entre Moscú y Kiev termine con saldo positivo para Ucrania.

Mientras, la imposibilidad de Joe Biden de conseguir más apoyo financiero para respaldarla, deja sobre las espaldas de Europa la responsabilidad de sostener a un aliado circunstancial, que solo les resulta importante como punta de lanza contra Rusia.

Más miedos

Otros también insisten en sacar partido a la confrontación. Es lo que indica la posición de la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien ha estimado que «es tiempo» de aplicar una variante acariciada hace meses por ese bloque y por Estados Unidos: usar los activos en el exterior confiscados a Rusia, y que ascienden a 300 mil millones de dólares.

El ilegal congelamiento del dinero obedece a las sanciones contra ese país, y se había propuesto invertirlo en la reconstrucción de Ucrania.

Pero Von der Leyen pretende que los fondos se empleen en comprar armas para Kiev, algo que ha justificado como «una necesidad» para la defensa de Europa. «No podemos dejar que Rusia gane», confesó.

Para algunos observadores, de sus palabras se desprende el propósito de modernizar y ampliar la industria armamentista de todo el continente, a partir del rearme de Kiev.