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La Habana, Cuba. – La advertencia de Donald Trump de que deportará masivamente a los indocumentados al tomar posesión, podría provocar la primera posición común de los países emisores en la larga historia de la emigración ilegal hacia Estados Unidos.

La búsqueda de nuevos horizontes en el Norte es el resultado de la desigualdad, y por eso ni siquiera la fuerza la detiene.

México, que de país emisor se ha convertido mayormente en territorio de tránsito por donde atraviesan migrantes centroamericanos y caribeños, está tomando recaudos ante la posibilidad de que sus nacionales sean deportados y se comunica con las naciones vecinas, lo que podría conducir a una eventual reunión ministerial acerca del tema.

La información la dio a conocer el canciller de esa nación, Rodolfo de la Fuente, quien afirmó haber intercambiado ya con sus colegas de Colombia, Guatemala, Honduras y Panamá.

Doble problema

Desde hace años se habla en Estados Unidos de una ley que regularice a los inmigrantes sin papeles. Pero esa legislación nunca se logró.

Ahora, el sentimiento xenófobo del nuevo mandatario y su deseo de expulsarlos podría provocar un descalabro a la economía nacional: los indocumentados constituyen una mano de obra barata que da más de lo que recibe.

Pagan más por impuestos que los servicios que se les brindan, y desempeñan los trabajos pesados y mal pagados que los nacionales estadounidenses no aceptan, como las labores agrícolas. ¿Quiénes los suplantarán?

Se calcula que unos 12 millones de inmigrantes están en esa situación. Deportarlos masivamente sería una injusticia hacia ellos y sus naciones, a las que ayudan con sus remesas. Pero también podría crearle a la economía de Estados Unidos, un problema.