La Habana, Cuba. – Marcada por la vuelta de un gobierno popular luego de la asonada reaccionaria-militar del 2019, Bolivia exhibe un recién concluido 2021 de confianza, a la vez que de reiterados peligros.

Como se recuerda, la asonada que tajó al gobierno de Evo Morales conllevó la casi total destrucción de la obra económica, política y social lograda por la administración progresista, una diferencia abismal que sin dudas abrió los ojos mucho más a los sectores mayoritarios, históricamente preteridos por una oligarquía xenófoba y unos intereses foráneos interesados en la dependencia nacional con respecto a sus dictados.

Se pasó del día a la noche, según afirmó un experto, y la violencia reaccionaria desatada no podía menos que incentivar un fuerte rechazo que finalmente revirtió la ignominia.

Recuperación y alerta

De manera que Bolivia llega a este 2022 a marcha forzada para recuperar todo lo destruido por la administración golpista en menos de un año de usurpación del poder.

Según los datos, el gobierno del presidente Luis Arce acomete con sus primeros éxitos esa dura tarea, al tiempo que aplica la justicia contra todos aquellos individuos ligados al desmonte de la obra progresista y a una represión brutal que cobró numerosas víctimas entre la población.

Por demás, se aboca a fortalecer sus bases políticas y las organizaciones comunales para asegurar una sólida defensa ante las intentonas aún persistentes de los oligarcas y sus aliados externos de sabotear la reconstrucción en marcha y crear el caos interno incitando apetencias sectoriales y protestas desestabilizadoras.

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