Compartir

La Habana, Cuba. – Como si no supiera lo que hace, Israel ha pedido a Estados Unidos que “disuada” a Irán de vengar el asesinato del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, muerto por un bombardeo quirúrgico de Tel Aviv junto a otros dirigentes de ese brazo político y armado libanés.

La acción constituye una declaración de guerra al mundo árabe, con la que Israel trata de resarcirse de su fracaso en el propósito de acabar con el grupo armado palestino Hamas.

Bombardeos contra la población civil libanesa que amenazan con crear allí una nueva Gaza, han seguido a aquella acción. Sin sonrojo, el premier israelí, Benjamin Netanyahu, ha reconocido que los ataques forman parte de una estrategia que tiene entre sus objetivos “cambiar el equilibrio de poder en la región a lo largo de los años”.

Irán es uno de sus blancos esenciales, y ha sido desafiado otra vez.

Ahora, Yemen

Será difícil detener la ola violenta desatada por Israel en Medio Oriente con sus ataques al Eje de Resistencia que acompaña a Irán.

Es una guerra, según Netanyahu, de «siete frentes», que el domingo abrió otro en Yemen, donde el movimiento de los hutíes se ha levantado junto a Hamas contra el atropello al pueblo palestino, como lo ha hecho Hezbolá.

Tel Aviv usó decenas de aviones de combate que atacaron instalaciones eléctricas y portuarias, como respuesta a un misil lanzado por los hutíes al aeropuerto Ben Gurion, cerca de la capital israelí, en venganza por el asesinato del líder libanés.

Ahora Israel intenta presentar como victimario a Irán, y pide a Washington que detenga una espiral violenta desatada, precisamente, por el respaldo militar y amoral que la Casa Blanca le sigue brindado a Israel. Estados Unidos provee del fuego, y Tel Aviv, incendia.