La Habana, Cuba. – La violencia con que el presidente Daniel Noboa enfrenta los reclamos de los movilizados en Ecuador está provocando más protestas.
A más de 20 días de la convocatoria de la Confederación de Nacionalidades Indígenas a un paro general contra el alza en el precio de los combustibles, la medida está acompañada por manifestaciones de otros sectores que reclaman el cese de la explotación minera indiscriminada, la protección del ambiente, y mejoras en los sistemas de salud y educación, entre otras demandas. Ahora exigen el cese de la represión.
No solo les ha enardecido la ausencia de oídos receptivos por parte del ejecutivo, sino la brutalidad de los uniformados. Se les enfrenta de la misma manera que a la delincuencia común pues se les tilda de terroristas.
Eso equivale a enfilar contra ellos la misma parafernalia militar con que el gobierno ha intentado, inútilmente, batir a las bandas ligadas al narcotráfico.
Mandato en juego
La escasa ductilidad y ninguna vocación para dialogar del ejecutivo ecuatoriano ha conducido a una radicalización de las demandas que ahora incluyen, en algunos casos, la renuncia presidencial.
En un país donde se ha visto varias veces la democión de mandatarios como resultado de movilizaciones populares, la extensión de las protestas en tiempo y amplitud debía ser mejor tomada en cuenta por el ejecutivo.
Hasta ahora, sin embargo, nada indica que la situación pueda mejorar. La Confederación indígena denunció la detención ilegal de más compañeros y nuevos heridos, y reveló que en sus movilizaciones hay militares y policías infiltrados para golpear y detener a los manifestantes pacíficos.
Según la CONAIE, el gobierno ha convertido sus comunidades en zonas de guerra con el uso de gases, balas y violencia. Con esa actitud, Daniel Noboa está poniendo en la cuerda floja su presidencia.