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La Habana, Cuba. – México es el país latinoamericano que con más prontitud está sintiendo, directamente, la política supremacista y de desprecio al Sur, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Mientras la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, sugiere el diálogo para ventilar las «preocupaciones» del republicano por eliminar, de golpe y porrazo, la porosidad de la frontera común, el mandatario vecino declara en emergencia la zona demarcatoria y, en consecuencia, 24 horas después el Pentágono ya anunciaba el envío allí de helicópteros y mil 500 soldados  – que pueden llegar a 10 mil – con la orden de «repeler, repatriar, y eliminar a los extranjeros ilegales».

Aunque la instrucción concierne a los inmigrantes, la militarización de un espacio que Estados Unidos comparte con México, significa una amenaza a la integridad de ese espacio en la vecina nación.

Un país soberano

Cinco de los 41 decretos firmados por Donald Trump poco después de asumir, tienen que ver con México.

Declaró terroristas a los cárteles de la droga, lo que le permitirá tratar como tales a quienes tilde de narcotraficantes; renombró al Golfo de México como De América; certificó las deportaciones masivas previa detención de los no elegibles, y reimpuso el programa Quédate en México, también contra los indocumentados, además de militarizar la frontera.

Diputados de distintos partidos han respaldado a la presidenta Claudia Sheinbaum en su recordatorio de que México es un país soberano. Pero, al propio tiempo, la mandataria tiene el desafío de evitar rupturas con una nación donde viven millones de sus compatriotas y que es importante socio para su economía, así como México lo es para Estados Unidos. Los retos ante Claudia no son pocos.