
Foto tomada de Bohemia
Luego de meses de extrema tensión propensa a dar paso a acciones militares de consecuencias extremas, los aires de entendimiento parecen prevalecer entre Seúl y Pyongyang, en tanto que en la Casa Blanca se habla también de negociaciones con la República Popular Democrática de Corea.
No obstante, entre ciertos círculos oficiales norteamericanos, el cercano diálogo intercoreano se quiere presentar como un triunfo de las diatribas amenazadoras de Donald Trump contra Pyongyang.
Lo cierto es que a estas alturas Corea Democrática ya logró sus metas en materia de desarrollo de armas atómicas y sus portadores a contrapelo de decenios de cerco y amenazas de Estados Unidos.
En consecuencia, a partir de esa realidad objetiva, para Pyongyang, resulta plenamente factible dar cabida a una amplia y efectiva acción diplomática.
Un panorama diferente
Es evidente que, a partir del actual poderío nuclear y coheteril de la República Popular Democrática de Corea, le será más viable a esa nación asiática lograr su objetivo estratégico de poner fin a la hostilidad, la inseguridad y las provocaciones instigadas durante decenios por Washington.
Y es que ya Corea Democrática no es un país defendido únicamente por armas convencionales, sino con la capacidad suficiente para arrasar literalmente con cualquier intento de agresión bélica, e incluso golpear los territorios nacionales de promotores y socios externos de dicha aventura.
De manera que un paso decisivo ha sido dado y consolidado en materia de defensa, y por tanto el país puede darse un respiro, negociar con más garantía con sus rivales históricos, y volcarse con mayor empeño en el desarrollo económico y social.