Compartir

La Habana, Cuba. – No hay nada nuevo bajo el Sol, por eso son de larga data las acciones terroristas contra Cuba, que han costado muchas vidas y recursos desde el triunfo de la Revolución.

El servicio exterior ha sido uno de los blancos predilectos de la contrarrevolución, que en septiembre del 80 asesinó a tiros, en una calle neoyorquina, a Felix García Rodríguez, funcionario de nuestra Misión en Naciones Unidas.

Después tuvieron la desfachatez de reivindicar la autoría del crimen y de amenazar de muerte al entonces representante cubano en la ONU, Raúl Roa Kouri.

Unos años antes, en el 64, lanzaron un bazucazo contra ese organismo multilateral para intentar asesinar al Che.

Pero después asesinaron a nuestros diplomáticos Adriana Corcho y Efrén Monteagudo, en Portugal, y Jesús Cejas y Crescencio Galañena, en Argentina.

Los que empujan y los que permiten

Lo diferente ahora contra Cuba es la actuación de un grupo de los llamados influencers que desde La Florida incitan a la violencia aprovechando la absoluta permisividad de las autoridades.

Unos empujan, porque ya se sabe que el que empuja no se da golpes, y otros miran hacia otro lado para hacerse los que no saben nada.

Así, entre los que alientan y los que permiten, campean por su respeto los que se lanzan contra la revolución a sangre y fuego como evidencia el ataque sufrido por la embajada cubana el domingo en la noche, segunda agresión en poco más de tres años.

Casi desembozada y siempre vociferante, la violencia anticubana anda suelta por Estados Unidos, el país que durante años mantuvo una política de terrorismo de estado contra Cuba y que crió los cuervos que hoy le sacan los ojos.