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La Habana, Cuba.-  “Hay que pensar en el colectivo de dirección, las tradiciones, las ideas, los principios. Hay que garantizar cuando no estén ni Fidel, ni Raúl. Seríamos realmente unos irresponsables imprevisores si no pensáramos en eso”, afirmaba hace 19 años el Comandante en Jefe al clausurar el V Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).

De esa forma expresaba una realidad que más adelante encaró Raúl Castro al afirmar, en el 2006, que “Fidel es insustituible, salvo que lo sustituyamos todos juntos, cada uno en el lugar que le corresponda”.

Ambas frases, separadas en el tiempo, dan cuerpo a la idea de una dirección colectiva que preserve la unidad política de la nación.

No se puede olvidar que solo la unión de todas las fuerzas condujo al triunfo de enero y después el Partido Comunista, heredero del Partido Revolucionario Cubano de José Martí, preservó la emancipación.

En la raíz de la nación

Verdaderamente independiente desde enero de 1959, Cuba ha tenido en el Partido Comunista a la vanguardia que ha defendido lo que con tanto esfuerzo se logró.

En una historia de constante aprendizaje, en la que se han tenido que superar no pocos obstáculos y rectificar rumbos inadecuados, el Partido se ha convertido en la argamasa que funde los cimientos de la sociedad.

Ese punto de convergencia de voluntades, saberes y disciplina es hoy el corazón político de Cuba, un país que, a fuerza de tropezones, ha tenido que dejar atrás la desunión que tantas veces abortó otros procesos emancipatorios.

De cara al futuro, el 7mo. Congreso que comienza en unas horas en La Habana, tiene el desafío de consolidar una dirigencia colectiva capaz de continuar la obra de la Generación Histórica en el empeño de alcanzar un socialismo próspero y sostenible.