La Habana, Cuba. – La economía nacional vive una profunda transformación que apunta a mejorar de manera sensible el entorno de trabajo de las empresas.
No podemos seguir haciendo lo mismo en el ámbito de la economía, porque de esa manera no se obtienen los resultados que necesitamos, decía el presidente Miguel Díaz-Canel al anunciar las nuevas medidas en marcha, una decisión que recoge el testamento fidelista de cambiar todo lo que tenga que ser cambiado.
Y es que el país no podía seguir postergando decisiones establecidas desde el Sexto Congreso del Partido para desatar, al fin, los nudos que atan a las fuerzas productivas.
Se avanzará ahora por un camino que incluye, más temprano que tarde, la esperada e imprescindible unificación monetaria y cambiaria.
Es la búsqueda de una economía eficiente en la que tanto el sector estatal como el no estatal estén en iguales condiciones.
Beneficio colectivo
La economía cubana ha padecido de una falta crónica de eficiencia, aunque es cierto que el bloqueo siempre ha sido un factor adverso.
Ahora, con ese mismo bloqueo arreciado y el nuevo coronavirus como agravante adicional, el país necesita de manera urgente implementar medidas que a primera vista favorecen a pocos, pero que a la larga benefician a todos, como explicó Díaz-Canel recientemente.
Ese beneficio colectivo, que por supuesto no es inmediato, es la esencia del Plan puesto en práctica por el gobierno, que claro que tiene riesgos, pero el mayor peligro hubiera sido quedarnos pasmados sin intentar arreglar los problemas.
Pero el éxito de ese programa depende de la comprensión y sobre todo de la voluntad de todos, porque es ciencia establecida que la prosperidad no cae del cielo.