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La Habana, Cuba. – Más allá de las implicaciones geoestratégicas, políticas y militares y hasta mediáticas, el conflicto en Ucrania tiene duras resonancias sobre la economía cubana.

El tronar de los cañones sorprendió a nuestro país en una complicada situación económica como efecto de la pandemia, la crisis internacional previa y el apretón al bloqueo. Por eso, hace unos días el viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil, alertaba sobre el impacto de la elevación de los precios de los alimentos y los combustibles.

Y es que el barril de petróleo superó los 130 dólares en el mercado internacional y la incertidumbre es tanta que algunos especulan con que llegará hasta los 300. Por supuesto que esa elevación del combustible influye sobre todo tipo de producción y diseña un horizonte oscuro.

Precios en ascenso

El aceite comestible se vendía a unos 700 dólares la tonelada y ya se cotiza a más de 200 mil, lo que obligó al país a erogar 11 millones adicionales para su compra en el mercado internacional.

También suben los precios del trigo y de la soya, producto este último que es la principal proteína animal utilizada en Cuba. Como si fuera poco, la suspensión de los vuelos de Aeroflot a La Habana y a otras capitales latinoamericanas corta el flujo de turistas rusos, los que estaban manteniendo más o menos los ingresos de esa industria, cuyo plan para este año era recibir no menos de 2,5 millones de visitantes.

De esa forma, la economía nacional, abierta y muy dependiente de las importaciones, recibe algunos de los impactos que tiene de inmediato el conflicto en Ucrania.

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