La Habana, Cuba. – Cuarenta y ocho años después del golpe militar fascista contra el gobierno popular de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, Chile se prepara para una nueva vuelta electoral presidencial.
Lo hace, según entendidos, en medio de una intensa polarización de fuerzas donde los tradicionales contendientes políticos parecen haber descendido en toda línea en cuanto a popularidad se refiere. No obstante, la dispersión del voto entre nueve candidatos, cada uno con sus inclinaciones, programas y propuestas, hace complicada la definición entre los votantes de por quién inclinar su preferencia.
Los comicios generales están programados para el cercano 21 de noviembre e incluyen la integración del parlamento nacional, donde la diversidad puede resultar también muy amplia.
Del escenario local
Hay que recordar que Chile llegará a estas elecciones de noviembre con el saldo popular de haber logrado en referendo la integración de una Asamblea Constituyente que derogue la Carta Magna heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, y que tiene de plazo un año para presentar la nueva redacción.
Por demás, se suman las multitudinarias y violentamente reprimidas protestas populares de los últimos meses, con un elevado saldo de víctimas a manos de los cuerpos policiales y militares, así como los efectos nocivos de la pandemia de la Covid-19.
Se trata, al decir de estudiosos, de un cuadro complicado donde las frustraciones de varias generaciones semejan un resorte comprimido que puede volver a saltar ante cualquier dislate.