La Habana, Cuba. – Uno de los propósitos del gobierno brasileño, otra vez bajo el liderazgo de Luís Ignacio Lula da Silva, es re posicionar al gigante sudamericano en el fiel de las batallas internacionales de esta época.
De ahí su reciente visita a Washington para encontrarse cara a cara con Joe Biden, con ese carisma, sencillez, sensatez y firmeza que le caracterizan.
Una visita bien alejada de las acostumbradas por no pocos personajes políticos regionales como una suerte de gira de aprobación ante el gran censor del Norte Hemisférico.
Lula fue a dialogar en serio, con una agenda clara de independencia, respeto y madurez política a la altura de lo que Brasil representa en América Latina y el Mundo: una nación geográficamente grande, y con un elevado potencial económico y en recursos.
Claro y alto
La reciente presencia de Luís Ignacio Lula da Silva en los Estados Unidos confirma la sabiduría política de una figura muy importante de nuestra región.
Con toda su experiencia y modo de actuar mesurado, aleccionador y convincente, Lula mostró como poner todas las cartas sobre la mesa ante un poder que se siente omnímodo a escala planetaria.
No hurtó coincidencias posibles, como no soslayó decir sus verdades a los oídos más reticentes.
Así no solo defendió, por ejemplo, una solución negociada y mancomunada al conflicto en Ucrania y criticó el envío de armas al gobierno de Kiev para intentar perpetuar la guerra, sino que proyectó un grupo internacional para buscar las negociaciones donde, junto a Brasíl, estén los propios Estados Unidos, que de hecho insisten en profundizar la crisis.