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La Habana, Cuba. – Desde hace unas semanas se prendieron las alarmas en las cocinas de Cuba por el incremento en flecha de los precios del arroz, un plato esencial en la dieta de los cubanos y que hoy alcanza valores que castigan la billetera de manera despiadada.

La trepada de los precios del grano se inicio hace meses cuando los niveles de producción fueron decayendo y la presencia del cereal fue desapareciendo de los agromercados y placitas.

De precios que oscilaban entre 5 y 10 pesos la libra en 2019, el incremento en su valor fue ascendiendo hasta llegar en el primer mes del año a cotizaciones entre los 80 y 100 pesos la libra, mientras en algunos territorios el grano ya se vende por encima de los 150 pesos pesos y más ante el desabastecimiento.

La baja producción del alimento, la reducción en las áreas dedicadas al cultivo y irregularidades en la llegada a las bodegas del arroz normado -por demoras en el arribo de buques o dificultades en la transportación interna-  se han entrelazado para provocar esta subida de precio que pocos se atreven a pronosticar cuándo acabará.

Renglón agrícola a la baja

La caída en la producción de arroz en Cuba tiene larga data según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) que indican una reducción en el período de 1985 a 2020 en un 49 por ciento. De una entrega por la agricultura de más de 520 mil toneladas anuales, la cifra se redujo a poco más 266 mil, déficit que el país cubrió con importaciones.

La llegada de la Covid-19 y todo el descarrilamiento económico que provocó impactaron de manera significativa en la producción arrocera cubana.

En el 2021 el arroz acopiado por la agricultura cubana fue de 138 mil 400 toneladas, mientras el pasado año se proyectó una producción de 180 mil toneladas, lo cual no se cumplió.

En entrevista reciente al periódico Granma, Oslando Linares Morell, director de la División Tecnológica de Arroz, del Grupo Empresarial Agrícola, adscrito al Ministerio de la Agricultura indicó que varios factores están gravitando sobre la caída en la producción del grano, entre los que identificó a la pandemia por la Covid-19, la subida de los precios en los insumos, la ruptura de la cadena internacional de suministros, el reforzamiento de las medidas del bloqueo del Gobierno de Estados Unidos, la inclusión espuria de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo y el conflicto bélico en Ucrania.

Hoy sobre el cultivo del arroz gravitan varios factores negativos como son limitaciones con fertilizantes y pesticidas, bajos niveles de combustible, falta de repuestos y piezas para las combinadas y los equipos de preparación de tierra.

Escenario complejo para 2023

Para este año las perspectivas en la producción de arroz en Cuba no son halagüeñas a partir de las limitaciones económicas y financieras que enfrena el país.

Este año el Ministerio de la Agricultura previó sembrar 140 mil hectáreas del cultivo, cifra bastante alejada de las necesidades y por las limitaciones en recurso solo se alcanzarán unas 68 mil hectáreas, lo que tendrá repercusiones en la presencia del grano en el mercado interno.

Cálculos del MINAGRI fijaban la producción de 2023 en 538 mil toneladas de arroz consumo, lo que implicaba tener que importar unas 200 mil toneladas, pero al caer los ritmos de siembra y de producción el déficit del grano se incrementa.

Ante este escenario el país tendrá que seguir importando arroz a fin de garantizar la canasta familiar normada y el consumo social en medio de grandes limitaciones financieras.

Las estadísticas precisan que Cuba necesita unas 700 mil toneladas anuales del grano, de las cuales muy pocas tienen respaldo en la producción nacional, estando en Viet Nam, Brasil y Uruguay los mayores suministradores.

Producción nacional e importación

Hasta el 2021 la producción de arroz en Cuba se localizaba en doce empresas agroindustriales, en la empresa mixta Taichi S.A. y en proyectos de desarrollo local ubicados  en Holguín y la Isla de la Juventud.

En zonas con tradición en el cultivo del alimento, como Los Palacios, Aguada de Pasajeros, Calimete, Sancti Spíritus, Camagüey y las llanuras del Cauto en Granma  trabajaban unos  23 mil productores, agrupados en más de 660 unidades productoras, cifra que ha disminuido al abandonar algunos la siembra del cereal.

Con una realidad compleja y distante de la existente antes de la pandemia, la agricultura cubana tiene el reto de rescatar el cultivo bajo nuevas estrategias.

La aplicación de técnicas agroecológicas, un uso inferior de pesticidas, abonos y productos químicos y el empleo de semillas de producción nacional son parte del esfuerzo en ese sentido.

Con los ojos puestos en la soberanía alimentaria, hoy Cuba busca y desarrolla variedades de arroz adaptadas al nuevo escenario agrícola.

Ya son 12 las variedades de arroz de procedencia nacional que se emplean en Cuba, mientras los científicos estudian otras 4 con buenas perspectivas según las pruebas de campo realizadas, todo ello en virtud de llegar al 2030 con una producción autóctona que supere las 600 mil toneladas y permita reducir las importaciones al mínimo.

Si bien estos planes se encaminan a futuro, la realidad de hoy es que la presencia del grano en las tarimas de los agromercados de Cuba sigue siendo muy baja lo que está teniendo una respuesta en los precios que siguen al alza erosionado la billetera de los cubanos.

Fotos tomadas de Internt, Granma y Escambray