
Casas de Abuelos, instituciones que protegen a los adultos mayores
La Habana, Cuba. – Cada mañana llegan los abuelos con su jovialidad de edad madura, a prolongar con el ejercicio la energía de una existencia sin miedo del futuro.
Viven en una República cuya primera ley, por devoción martiana, es la dignidad plena del hombre, y donde se confirma la posibilidad de mejorar el mundo.
Viven con la garantía de empleo para los hijos, trabajo asegurado por el decoro propio y por la capacidad que su prole ha conquistado en oficio tenaz o estudio inteligente.
Viven sin sobresalto por los nietos a quienes se propicia el desarrollo de las potencialidades intelectuales y físicas, lo mismo que a aquellos a los que la naturaleza limitó y a los que limita la ley hasta su rehabilitación.
Viven con la seguridad robustecida en el incremento de sus economías, viendo remozados la policlínica y el hospital donde no los dejarán morir en desamparo, porque en Cuba ellos son humanos con derechos.
Nacidos con derechos
Los abuelos de este archipiélago libre conocen la libertad que significa no depender más que de sí mismos sin la angustia de que lo esencial escaseará por imperativo del dinero, la libertad que entraña ser más cultos en esta tierra donde la enseñanza es un derecho pleno. De sus ocupaciones dignas regresan los hijos a la casa iluminada sin sombra de desahucio y desalojo ni mendicidad.
Regresan los nietos de la escuela donde los nutre la educación que sólo exige el deber de contribuir a la educación de los demás. Se agrupan todos en torno a la llama nueva confiados y tranquilos porque han nacido en Cuba, que es nacer con derechos.
Aman la vida estos abuelos, pero la ofrendarían gustosos cumpliendo el derecho de morir por los suyos, que es el modo más grato de entregarla cuando se vive en plenitud de amor y de esperanzas.