La Habana, Cuba. – Como se esperaba, la masacre israelí en Gaza, imparable, ha lanzado chispas que encienden otros focos.
Uno de ellos es el que, irresponsablemente, los bombardeos de Estados Unidos y Gran Bretaña sobre Yemen convertirán en otro incendio.
El blanco de los más de 70 ataques lanzados el viernes contra 16 puntos del territorio yemenita son los hutíes, un movimiento de procedencia chiíta que se rebeló contra los suníes en el poder primero, y ha resistido después los ataques de Arabia Saudita con apoyo de Washington, que no lograron aniquilarlo.
Ahora, el motivo de la agresión son sus posiciones en el Mar Rojo, donde han intentado erigir un valladar ante los barcos que llevan asistencia logística a Israel, para detener la agresión sionista a Gaza. Están bien equipados gracias a su cercanía ideológica con Irán, y aseguran que se vengarán.
Medio Oriente se complica
Pero no es la anunciada respuesta de los hutíes, lo único preocupante. Sorprende la confesión de Joe Biden de que junto a su país y Gran Bretaña respaldaron el operativo en Yemen, los Países Bajos, Australia, Baréin y Canadá, lo que invita a preguntarse si se estará forjando una alianza como la que encabezó Estados Unidos contra Irak en el año 2003.
Y si esa coalición involucrará a otros países de Europa, agobiada como está por su compromiso financiero y militar con Ucrania.
De otro lado, los bombardeos de Washington y Londres pueden tener contesta por parte de Hezbolá, del Líbano, lo que seguiría regionalizando un probable conflicto.
Si Estados Unidos quería frenar las acciones de los hutíes en el Mar Rojo, habría sido más sensato detener la agresión israelí, que es el único motivo del accionar del movimiento yemenita allí.