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Granma, Cuba.- El niño Héctor García Salgado, de la comunidad Damagal de Nagua, en la Sierra Maestra, quedaba absorto con las letras, las figuras geométricas, los relatos históricos y los cálculos que su maestro de primaria narraba o ejercitaba en la pizarra.

Esos acumulados saberes propiciaron que, al igual que su instructor, se convirtiera en el excelente profesor de biología que es hoy, formador de varias generaciones de granmenses.

El reconocido educador, oriundo de Bartolomé Masó, recuerda con pasión, compromiso y orgullo su etapa infantil. Dice en que tan solo él y nueve de sus vecinos conformaban la matrícula de la escuela rural de la intrincada zona del lomerío en que vivía.

Asevera que fue la grandeza del proyecto social cubano la que propició que los montañeses se convirtieran en pedagogos y regresaran a sus sitios de orígenes a enseñar a otros, para bien del magisterio nacional.

Entorno natural

Nacido entre bosques exuberantes, el sexagenario profesor Héctor García Salgado transmite a sus alumnos toda la hermosura de la flora y fauna del lomerío oriental.

Argumenta que anheló la biología porque vivió entre animales silvestres y afectivos. Con más de 40 años vinculados a la pedagogía, es toda una autoridad profesional y moral entre sus homólogos de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, refiere la reportera Anneris Fonseca.

Señala que ha descubierto en el proceder del entusiasta maestro su gran orgullo por su origen campesino. El masoense confiesa que al caminar entre montañas, imagina sus cotidianas huellas entre el bohío familiar y la escuelita de sus ilusiones; allí me interesé por las clases, asume García Salgado.

Advierte que su vocación no fue improvisada. La atracción por las ciencias naturales tiene que ver con el entorno que conoció en las tierras altas de Granma.

Formación integral

Con ímpetu y certidumbre llegó el joven Héctor García Salgado a las aulas del centro formador Blas Roca, de Manzanillo. El plantel pedagógico le proveyó sólidos conocimientos y una aptitud referencial para enfrentarse a la tarea de instruir niños y adolescentes con caracteres diversos.

Dice que los alumnos deben aprender las materias y también incorporar ética y responsabilidad a su conducta. Señala que en esa asimilación deben trabajar familia, escuela y organizaciones sociales.

Como García Salgado, miles de cubanos han dedicado su existencia adulta al magisterio, una profesión que promueve cultura, habilidades y empoderamiento.

Según estadísticas, la preparación general de la sociedad cubana dista, por mucho, de otras colectividades de países de todo el orbe. De ahí la noble jactancia de este profesor granmense: he cumplido con la obra de mi vida.

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