Por siglos, en las fértiles sabanas orientales el cultivo y procesamiento de arroz pasó de práctica en ascenso a tradición agrícola.
El esplendor de las faenas de los cereales hizo que los suelos con irrigación natural o artificial cambiaran la imagen del ambiente rural; pastizales vírgenes se transformaron en manto infinito de espigas.
El arroz, parabién de la economía doméstica, compitió -y en muchas zonas venció- a las costumbres cañeras, pecuarias y pesqueras vinculadas a los ríos que nacen en la Sierra Maestra y fluyen poderosos hasta el golfo de Guacanayabo.
Para el ingeniero Edisnel González Valdés, director general de la Empresa agroindustrial de granos Fernando Echenique, esa afirmación se sustenta en el hecho de que hoy la principal región arrocera cubana se asienta en tierras granmenses. Nació endeble y se fortaleció, dijo el eficiente productor Armando Aguilar Rodríguez.

Saberes arroceros
Emociona observar vívidos arrozales a ambos lados de carreteras, caminos y terraplenes de la geografía central de Granma. Especialistas el ramo señalan que áreas pertenecientes a entidades estatales, cooperativas y privadas, aportan anualmente más de 50 mil toneladas del blanco cereal listas para el consumo.
Esas cifras tienen detrás rigurosas actividades o adquisiciones -a veces muy difíciles de concretar- de semillas, combustibles, fertilizantes, insecticidas y herbicidas, roturaciones, aniegos, siembras, cultivos, cosechas, secado y molinado.
Según el experimentado agricultor Antonio González Guerra, para consolidar la agroindustria arrocera no bastan voluntad y conocimientos; se precisan inversiones, prioridades de recursos y medidas extremas de protección de los campos. En campos granmenses, asevera, es común y útil alcanzar hasta cinco toneladas de arroz húmedo en cáscara.

Destrozo y renacer
De un día para otro, fuertes vientos e inundaciones destruyeron meses de labor agrícola-arrocera granmense. Las pérdidas asociadas al huracán Melissa son enormes.
Los campesinos, lejos de abatirse, confiaron en que con trabajo integral se pudo recuperar mucho. Ante plantaciones acamadas, se impusieron intensas cosechas a mano; ante inundaciones, drenaje eficaz con palas, picos y asadas; ante pérdidas de semillas, agilización de procesos técnicos y científicos y búsqueda en otras regiones.
En los municipios con tradición arrocera ya se revisa y cuantifica cada palmo perdido. Las cosechas aseguradas, tendrán pronta solución financiera, afirman especialistas.
Y así, con ese renuevo perdurable, el mundo arrocero granmense, con sus peculiaridades y memorias, volverá a brillar en la calificación como producción estratégica para la autonomía alimentaria del país.