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Sancti Spíritus, Cuba. – Curtido por el sol y por la responsabilidad de sembrar el mejor tabaco del mundo, el joven Richard Álvarez Martínez, de la Empresa Agropecuaria de Cabaiguán, asumió la finca familiar cuando sus abuelos ya no pudieron seguir al frente.

En su finca El Potrón cada jornada inicia antes del amanecer, como ha sido costumbre durante los últimos años, cuando se dedicó a multiplicar las hectáreas y consolidar un sueño con sabor a surcos y compromiso.

En medio de las vegas, Richard encarna el ejemplo de un empeño que transforma la fisonomía del tabaco en Sancti Spíritus, donde sus casas de cura controlada son el rostro visible del Programa de Desarrollo para la Producción Intensiva de la Capa de Tabaco Tapado.

Aunque Richard Álvarez Martínez estudió informática, encontró en el surco un lenguaje que también se escribe con lógica y precisión: el del tabaco tapado que hoy habla por él y su comunidad.