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Por Marylis Suárez Moreno

Su vida fue heroica y no menos espinosa, también el accionar de victorias que propagaron su leyenda. Su muerte física fue hace 58 años y desde entonces recorre el mundo de las más disimiles maneras, como símbolo de rebeldía y esperanza.

Su rostro dibujado en pancartas o camisetas aún asoma en manifestaciones estudiantiles, en reclamos obreros, en las más puras inquietudes juveniles. Se le recuerda tanto en la Sierra Maestra y Santa Clara como en Bolivia, donde se le venera entre cirios y flores.

Ernesto Guevara de la Serna, Che para los cubanos, fue un hombre de espíritu indoblegable.

Hoy, su imagen se proyecta universalmente, con la fuerza de su impronta, porque el Che supo llevar el sentimiento internacionalista a su expresión más alta.

Guerrillero Heroico

El símbolo de su nombramiento fue una pequeña estrella que le fue dada por Celia junto con un reloj de pulsera. Alguien que no lo conociera a fondo pudiera pensar que el Comandante Che Guevara era un hombre duro y hermético, pero los que compartieron con él armas y penurias, hablaban de un ser humano sensible y de espíritu entero.

Su trayectoria combativa en la Sierra y los llanos centrales de Cuba, cimentaron su prestigio allende otras tierras. A Bolivia marchó dispuesto a entregar su vida por la liberación de cualquiera de los países del continente, como dijera.

Allí cayó, el 8 de octubre de 1967, tras ser herido en desigual combate y luego asesinado en una escuelita de La Higuera, junto al pequeño grupo que lo acompañaba.

Hoy, devenido en Guerrillero Heroico, es albor del universo.