La Habana, Cuba. – Una amplia gama de sustancias pueden llevar a una adicción y afectar las funciones de nuestra mente y de nuestro cuerpo.
Hoy hablemos del alcohol que, por ser legal y socialmente aceptado, se ha convertido en una droga de abusivo consumo, subestimándose el peligro que entraña en el orden individual y social.
Se trata de un depresor del Sistema Nervioso Central, que ralentiza sus funciones mentales, pero sucede que, al también estimular la liberación de dopamina en el cerebro, hace sentir una sensación de bienestar, calma y pérdida de inhibiciones sociales, efectos que son la razón de su atractivo.
Ello puede conducir a patrones de consumo habitual de esta poderosa sustancia, lo cual finalmente lleva a la dependencia. De ahí que la ingestión de alcohol va más allá de socializar o relajarse, pues produce significativos cambios en el estado de ánimo y el comportamiento del individuo bebedor.
Riesgos del sobreconsumo
Dados sus efectos depresivos sobre el Sistema Nervioso Central, el alcohol afecta la actividad neurológica, siendo factor de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales.
En un inicio, su consumo estimula estados de euforia, alegría, bienestar y desinhibición, lo cual repercute en la incapacidad para el autocontrol psíquico y físico. Pero, la embriaguez prolongada provoca una disminución de la función cognitiva, con deterioro de la memoria, problemas para pensar con claridad y, a largo plazo, la adicción puede derivar en demencia.
Cuanto más se bebe las consecuencias se agravan, pues más se deteriora el juicio, la sensatez y la coordinación en el pensamiento lógico, lo que puede llevar a la pérdida de conciencia.
Al igual que otras drogas, el alcohol, aunque sea una sustancia lícita, tiene el mismo potencial de adicción y graves riesgos para la salud física y mental.