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Concierto de estrenos

Carlos del Porto Blanco

Yo no rechazo ninguna influencia, sea de fuente eslovaca, rumana, árabe o de cualquier otro sitio, con tal de que sea de una fuente pura, fresca y sana. Béla Bartók.

El domingo 15 de junio, la Sinfonietta “Duchesne Cuzán”, dirigida por el maestro Igor E. Corcuela Cáceres, ofreció en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba el concierto Folclores con el siguiente programa: Scherzo del compositor ruso Serguei Rachmaninov, (estreno en Cuba); el Concierto para Guitarra y pequeña Orquesta W501 del músico brasileño Heitor Villa – Lobos; las Danzas Folclóricas Rumanas Sz. 68, BB 76 del compositor húngaro Béla Bartók; el Danzón número 4 (versión de cámara) de Arturo Márquez, estreno en Cuba; Vida (para cuarteto de Saxofones y cuerdas) de Javier Zalba y la Camerata en Guaguancó del músico cubano Guido López – Gavilán. El concierto contó con la solista Yalit González (guitarrista) en lo obra de Villalobos y del Cuarteto de Saxofones ZSaxos, dirigido por Javier Zabala.

Según las notas del programa de mano, elaboradas por Luis Manuel Molina (cito en extenso): La incorporación de elementos folclóricos en la música clásica fue una respuesta de los compositores a la búsqueda de una identidad cultural y nacional en un período de grandes cambios sociales y políticos. Durante el siglo XIX, el Romanticismo musical puso un fuerte énfasis en la expresión individual y la emoción. Paralelamente, el ascenso del nacionalismo llevó a muchos compositores a buscar inspiración en las melodías, ritmos y armonías de sus propias tradiciones populares. Algunos compositores buscaron evocar una atmósfera nacionalista sin citar directamente melodías folclóricas, como el ruso Pyotr Ilyich Tchaikovsky.

Otros compositores insertaron melodías folclóricas auténticas en sus obras como el polaco Frédéric Chopin cuyas mazurcas y polonesas para piano se basan en danzas tradicionales polacas, infundiéndoles un carácter nacionalista distintivo. El alemán Johannes Brahms y el húngaro Franz Liszt también utilizaron música folclórica húngara en algunas de sus composiciones. Por su parte, el checo Antonin Dvo?ák incorporó melodías populares de su nación en muchas de sus obras, como las “Danzas Eslavas”, mientras su famosa “Sinfonía desde el Nuevo Mundo” demostró la universalidad de la música folclórica como fuente de inspiración.

El Grupo de los Cinco (Mili Balakirev, César Cui, Modest Mussorgsky, Nikolai Rimsky-Korsakov y Alexander Borodin) buscó crear una música genuinamente rusa incorporando melodías y temas populares en sus óperas, sinfonías y poemas sinfónicos. En España, compositores como Isaac Albéniz y Enrique Granados se inspiraron en lo autóctono en sus obras pianísticas. Manuel de Falla es una figura cumbre, cuya obra “El Amor Brujo”, “El Sombrero de Tres Picos” y ”Noches en los jardines de España” capturan la esencia del folclore andaluz.

Otros compositores exploraron nuevas formas de integrar la música folclórica con una mayor investigación etnomusicológica. El húngaro Béla Bartók realizó extensas investigaciones y recopilaciones de música folclórica de su tierra, Rumanía y otras regiones de Europa del Este. Su conocimiento profundo del folclore se refleja en obras como las “Danzas Folclóricas Rumanas” y el “Mikrokosmos”, donde fusiona las melodías y ritmos autóctonos con técnicas compositivas modernas.

Por su parte el ruso Ígor Stravinsky en “La consagración de la Primavera»” evoca un primitivismo y una energía rítmica inspirada en las raíces rusas. El estadounidense Aaron Copland, incorporó melodías populares y folclóricas de su país, en especial en su ballet “Primavera en los Apalaches”. El también norteño George Gershwin fusionó elementos del jazz y el folclore afro-estadounidense en obras como “Porgy and Bess”, creando una identidad musical estadounidense.

En Latinoamérica, la obra del brasileño Heitor Villa-Lobos es una síntesis magistral de la música clásica occidental y las diversas y ricas tradiciones musicales de Brasil. La música folclórica, indígena y popular de su país no fue simplemente una influencia para este músico, sino el corazón mismo de su identidad compositiva. Este gran compositor carioca dedicó gran parte de su vida a explorar y documentar las músicas de su vasto país, coleccionando melodías, ritmos e instrumentos. En México, Manuel M. Ponce es considerado el «padre del nacionalismo musical mexicano» con obras como “Balada Mexicana” y “Rapsodia Mexicana”. Por su parte Carlos Chávez consolidó ese movimiento con obras influenciadas por las culturas nativas de México, como su “Sinfonía India”.

En Cuba, los compositores clásicos del siglo XX se nutrieron de las ricas tradiciones folclóricas y populares de la isla para forjar una identidad musical distintiva. Esa fusión dio lugar a obras que reflejan la diversidad cultural de Cuba, con sus raíces españolas y africanas, las que supieron aprovechar la riqueza rítmica de las tradiciones afrocubanas, con sus complejos patrones y el uso de diversos instrumentos de percusión. Amadeo Roldán incorporó elementos afrocubanos en sus composiciones evocadoras de ritmos de la santería y el ñáñigo, utilizando instrumentos de percusión y estructuras rítmicas inspiradas en estas tradiciones; sus ballets “El milagro de Anaquillé” y “La Rebambaramba” son claros ejemplos de esta fusión. Alejandro García Caturla también exploró profundamente las raíces afrocubanas en su música. Su catálogo musical combina técnicas de la vanguardia europea con tradiciones afrocubanas, produciendo un sonido innovador y audaz. Obras como “Danzas Cubanas” y “Obertura Cubana” reflejan su interés en los ritmos y melodías populares.

Ernesto Lecuona utilizó ritmos de bolero y criollas, así como música de raíces españolas en composiciones como la “Suite Española”, lo que le valió el apodo de «el Gershwin cubano» por su habilidad para llevar la música popular al escenario de concierto. Más cercano en el tiempo, el Maestro Leo Brouwer ha incorporado elementos de la música folclórica y popular cubana en sus obras, especialmente en su período «nacionalista» temprano. La música folclórica continúa siendo fuente de inspiración para los compositores clásicos cubanos hasta el presente, quienes siguen creando una obra no solo musicalmente innovadora, sino que también afirma y celebra la identidad cultural de Cuba en el panorama musical mundial.

El compositor, pianista y director de orquesta ruso Serguéi Vasílievich Rachmáninov,, nació en Semiónovo, cerca de Stáraya Rusa, Imperio ruso; el 20 de marzo de 1873, según el Calendario Juliano o 1 de abril de 1873 según Calendario Gregoriano y muere en-Beverly Hills, Estados Unidos, el 28 de marzo de 1943. Fue uno de los últimos grandes compositores posrománticos europeos y considerado uno de los pianistas más influyentes del siglo XX.

El Scherzo en re menor es la primera obra para orquesta de Rajmáninov que ha llegado a nuestros días, compuesta cuando era un estudiante en el Conservatorio de Moscú. Es bastante corta, con una duración de unos cuatro o cinco minutos. El manuscrito está datado del 5 al 21 de febrero de 1888, cuando Rachmáninov contaba con tan sólo 14 años. Una persona desconocida cambió la fecha a 1887. Está dedicado a su primo Aleksandr Ziloti e iba a ser parte de una obra mayor dado que en su encabezado reza “Tercer movimiento”. La primera interpretación del Scherzo tuvo lugar en Moscú el 2 de noviembre de 1945.

El director de orquesta y compositor brasileño Heitor Villa-Lobos, nacio en Río de Janeiro, Brasil, el 5 de marzo de 1887 y murió en la misma ciudad el 17 de noviembre de 1959) fue un. Su música estuvo influida tanto por la música folclórica brasileña como por la música clásica europea. El Concierto para guitarra y pequeña orquesta, W501 es una obra para guitarra solista y pequeña orquesta escrita por Villa-Lobos en Río de Janeiro en 1951. Una interpretación que dura unos 18 minutos. El concierto fue compuesto para el guitarrista español Andrés Segovia, a quien está dedicada la partitura. El concierto fue interpretado por primera vez el 6 de febrero de 1956 en Houston, Texas, con Andrés Segovia como solista y la Orquesta Sinfónica de Houston, dirigida por el mismo compositor.

El músico húngaro que destacó como compositor, pianista e investigador de música folclórica de la Europa oriental, Béla Viktor János Bartók nació en Nagyszentmiklós, Imperio austrohúngaro, actual Hungría el 25 de marzo de 1881 y murió en New York, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1945). Se le considera uno de los mayores compositores del siglo XX. Fue uno de los fundadores de la etnomusicología, basada en las relaciones que unen la etnología y la musicología. El director felicita a Zorimé Vega y a Jennifer Aguilar por sus interpretaciones en la flauta y el clarinete.

El compositor mexicano composiciones Jesús Arturo Márquez Navarro en los Álamos, Sonora, México, el 20 de diciembre de 1950. Es reconocido por utilizar formas y estilos musicales mexicanos e incorporarlos en sus composiciones. Fue galardonado en 2009 con el Premio Nacional de Bellas Artes de México. La interpretación de su Danzón número 4 (versión de cámara) mereció el reconocimiento del maestro Igor Corcuela a los titulares del fagot (Francisco Sánchez), oboe (Lauren Ríos), Clarinete (Antonio Dorta), trompeta (Orlando Vázquez), trombón (Marisel Valdés) y piano (Vilma Garriga) por su ejecución.

El músico, compositor y director de orquesta cubano Guido López-Gavilán, nació en Matanzas, Cuba, el 3 de enero de 1944. Obtuvo el Premio Nacional de Música y miembro del Colegio de Compositores Latinoamericanos de Música de Arte. Su obra Camerata en Guaguanco, cerró la mañana. Una singular combinación de ritmos folclóricos afrocubanos con violines, violas, chelo y contrabajo.

Como siempre el maestro Corcuela recalcó algunos elementos importantes relacionados con las obras interpretadas, sus intérpretes y el momento en que estas se compusieron. Esto es una muy necesaria labor de pedagogía música. Que garantiza el conocimiento, la comprensión y un mejor disfrute de las piezas que se interpretan. Otro elemento a destacar, en positivo, que ya se ha establecido, es la colocación en el programa de mano de un código QR; con él se puede descargar el programa de mano en formato digital, un buen acierto de la dirección de la Orquesta Sinfónica Nacional. Llegado a este nivel, el próximo paso debe ser elaborar una variante más extensa, en versión digital, con información sobre los autores, las piezas, y otros elementos de interés apoyado por fotografías de calidad. Tiro el guante…

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