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La Habana, Cuba. – El inmovilismo puede ser la peor de las enfermedades de una sociedad. Quedarse quieto, mantener el status quo de algo que no transita por un buen camino, va contra la dialéctica y la lógica del desarrollo y conduce inevitablemente al desastre.

Por eso, resulta tan importante sacudir las estructuras del tejido económico nacional, que más allá del impacto del bloqueo, parece estar infectado con el virus de la ineficiencia.

La próxima aplicación de un programa de estabilización macroeconómica anunciada por el gobierno, es vital para corregir viejos problemas que lastran la producción de bienes y servicios.

No se puede insistir sobre lo que no funciona, y buscar nuevas fórmulas es la única manera de modificar los resultados de una economía que en los últimos años han sido magros y, sin ser tremendistas, críticos en este 2023.

Avanzar hacia la recuperación

La estabilización macroeconómica que se avecina pretende sentar las bases de la necesaria reparación del músculo productivo nacional.

Esas medidas, que buscan integralidad y coherencia, serán la clave en el camino para acabar de resolver los problemas estructurales que arrastramos desde hace mucho tiempo.

Reducir el déficit presupuestario es un elemento imprescindible en el control de una inflación que ataca con particular crudeza a los bolsillos más estrechos… y que no es solo responsabilidad del sector privado.

Por supuesto que ese programa tendrá costos sociales por la anunciada subida de precios en algunos acápites, pero será entonces tarea del gobierno proteger a los más desvalidos y al mismo tiempo corregir los problemas económicos. Ese es el desafío de movernos hacia adelante.