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La Habana, Cuba. – En la década de 1960, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos orquestó uno de los más tenebrosos e inhumanos capítulos de la guerra psicológica contra la Revolución cubana: la Operación Peter Pan.

Más de 14 mil niños, entre 6 y 12 años de edad, fueron trasladados de forma clandestina hacia Estados Unidos y España. Los pequeños habían sido entregados por sus padres a grupos de la iglesia católica bajo el temor de una supuesta ley del gobierno revolucionario que les privaría de la patria potestad.

En aquella época, el aeropuerto habanero de Rancho Boyeros tenía compartimentos de cristal que llamaban la pecera.

Día tras día se repetía la desgarradora escena de los niños, abriéndose paso entre los viajeros, para despedirse de sus familiares detrás del cristal sin entender qué hacían allí.

Niños cautivos y familias fragmentadas

La Operación Peter Pan finalizó en octubre de 1962, según sus organizadores. Tiempo después, estos últimos reconocieron que continuó realizándose aquella misión secreta durante varios años.

Niños cubanos, menores de 16 años, continuaron saliendo solos del país -vía España- con destino final en Miami.

La Operación Peter Pan convirtió en víctimas a las familias que supuestamente debía favorecer. Los padres que temían perder la patria potestad de sus hijos en Cuba, terminaron perdiéndola, definitivamente, en Estados Unidos. Muchos, jamás lograron reencontrarse; otros, todavía no han aparecido.

El desarraigo, la tristeza y el abandono a que fueron sometidos aquellos niños cautivos e inocentes, los marcó para toda la vida con profundas heridas que todavía hoy no han podido sanar.