La semana pasada conocimos cómo vestían las mujeres durante el reinado de Luis XV, y hoy brindamos información sobre la indumentaria masculina, la cual solo varió en detalles.
La casaca, que durante la Regencia poseía faldones encerados, fue aligerándose, pues tal rigidez incomodaba a los soldados.
Y es que desde que surgió dicha prenda poseía una abertura en la parte posterior de los faldones –necesaria para facilitar la monta- pero aun así el encerado de sus bordes impedía la libertad de movimientos de los soldados.
Fue así que a partir de 1740, y hasta el 50, el conjunto masculino -casaca, chaleco y calzón- se aligeró. Los calzones se estrecharon; los frentes de las casacas se alejaron de la cintura, cayendo al sesgo y recortados oblicuamente.
Preciosos tejidos
En el traje masculino del reinado de Luis XV, las mangas se estrecharon y alargaron; el ancho y chato cuello se fue transformando en par de solapas puntiagudas.
Todo ello dio origen a dos prendas básicas masculinas que fueron esenciales para el hombre durante el siglo XIX y parte del XX: el frac y el chaqué.
Mientras se aligeraba la casaca, el chaleco o chupa se estrechó, perdiendo la amplitud que poseía en sus laterales. Completaba este atuendo las medias rojas, azules o claras.
El conjunto se confeccionaba con tejidos ricos y de brillantes colores: seda, terciopelos, lanas, brocados y bordados. El calzado masculino poseía un tacón más bajo que el de los tiempos del anterior reinado, pero continuaba siendo rojo para los nobles y caballeros de la corte.
Al final de este periodo se sustituyó el lazo por la hebilla e importantes fueron los puños de la camisa y la corbata.
Con la espada siempre
Los puños, elaborados con costosos encajes colocados en vuelos, llegaban a cubrir las manos. La corbata, a modo de chorrera o envolviendo el cuello, asomaba entre el chaleco y la casaca.
Un accesorio que, por su significación, formó parte inseparable de la indumentaria fue la espada. Durante el siglo XVIII ningún caballero podía prescindir de ella y se llevaba sujeta por el cinto, colocado éste sobre el chaleco.
La peluca masculina, también empolvada, se peinó durante esta etapa hacia arriba, separada de la frente y con un bucle o grupo de rizos a ambos lados de la cara, encima de las orejas.
Aún se recogía atrás, atada con una cinta o se encerraban los cabellos en una redecilla. Siguió el tricornio como sombrero, pequeño y chato, usado solamente debajo del brazo y para saludar.
El bastón era accesorio fundamental hecho de bambú y marfil.