La Habana, Cuba. – Apenas unos días después de cumplir los 87 años y tras larga enfermedad, falleció Nicolás Guillén Batista, el 16 de julio de 1989 y Cuba decretó dos días de duelo.
El cuerpo del poeta del Son entero quedó expuesto en la base del monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, y los habaneros rindieron honores en representación de todos los cubanos.
Entonces, el Poeta Nacional empezó a hacer realidad en sí mismo, lo que dijera a Manuel Navarro Luna: “Los artistas, si son auténticos, tienen el privilegio de no morir”, y así nos quedó en raigal pertenencia popular, partidista, revolucionaria y de amor.
Nicolás Guillén fue el primer presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el poeta militante de Elegía a Jesús Menéndez y Che Guevara y de los populares poemas Sóngoro cosongo y Velorio de Papá Montero.
Evocación de Guillén
El día de la muerte de Nicolás Guillén, el intelectual Félix Pita dijo: “Hemos perdido a un gran poeta, un escritor y un ciudadano ejemplar”.
El cineasta Santiago Álvarez, definió que su prosa y poesía se aunaban para poner el idioma castellano en su más alto nivel; y el escritor Enrique Núñez manifestó que siempre tendría la imagen de su buen humor y sonrisa cordial.
De él escribió el revolucionario Carlos Rafael Rodríguez: “Nos entregó el verso como síntesis de la vida”; y el intelectual Abel Prieto afirmó que en el poeta la asunción de un cuerpo de ideas antirracistas, revolucionarias, antiimperialistas, forman parte sustancial del acto mismo de su creación y del propio aliento de su poesía.
La periodista Nancy Robinson evocó a Nicolás Guillén en el tiempo sabio que admira su camino fiel y ancho, y olvida los olvidos, abriendo paso a las luces del mulato.