La Habana, Cuba. Cinco posibles vacunas, pruebas de PCR de producción nacional, ventiladores pulmonares autóctonos y un sinfín más de equipamientos e insumos conforman el arsenal que Cuba ha desplegado en la guerra contra el nuevo coronavirus.

Son más de 4 mil equipos y dispositivos desarrollados en este año de combate sanitario y que ratifican el valor de tener un capital humano muy preparado y una industria científica de alto nivel.

Esa combinación ha permitido desplegar con gran velocidad fuerzas que no solo ahorran recursos al país, sino que garantizan una mayor efectividad en la aplicación de los protocolos médicos.

Un buen ejemplo son los cinco candidatos vacunales, que se desarrollaron en nueve meses, un tiempo realmente corto por la emergencia en que vivimos, pero que ilustra la capacidad del país, a pesar del bloqueo y la crisis internacional.

Previsión afortunada

Si el país no hubiera tenido la industria científica que tiene, ahora estuviéramos en una grave situación para enfrentar al nuevo coronavirus. Tampoco hubiéramos tenido los recursos financieros necesarios para adquirir vacunas, equipamiento e insumos, que sin embargo se han desarrollado de manera local.

Pocos países, y casi ninguno del llamado Tercer Mundo, han logrado defenderse de la Covid-19 con tanto nivel de autonomía como lo ha hecho Cuba.

En cualquier hospital o centro de aislamiento es fácil hallar evidencias de la autarquía tecnológica alcanzada en esta silenciosa pero mortal guerra.

Diseminada por todo el país, la marca Hecho en Cuba es una confirmación de que la soberanía no es solo defender la independencia y salvaguardar las fronteras, sino también cuidar a la gente con nuestras propias fuerzas.