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Pinar del Río, Cuba.- Descubierto hace más de 500 años en Cuba por los colonizadores españoles, el tabaco ha pasado a ser uno de los principales rubros económicos y fuente de empleo y prosperidad para muchos de nuestros campesinos.

En la provincia de Pinar del Río están los municipios de Consolación del Sur, San Juan y Martínez y San Luis, tres localidades que conforman el Triángulo de Vueltabajo, un territorio conocido como la Meca del tabaco.

Allí se siembran cada año unas 18 mil hectáreas de variedades de la solanácea de donde se extraen las mejores hojas empleadas para confeccionar los habanos, cuarto rubro de exportación del país, por detrás de los productos biotecnológicos, el níquel y el azúcar.

En San Juan y Martínez, Francisco Lazo, tiene 56 hectáreas sembradas de tabaco y una casa de curado, todo en la Finca Obeso, visitada esta semana por los participantes en el XIX Festival Internacional del Habano, que concluye este viernes.

Lazo, con más de dos décadas de experiencia como cosechero, tiene plantadas 51 mil posturas y un plan de 60 mil quintales de hoja a recoger, aunque el año anterior logró 83 mil quintales.

“Estamos saliendo bien porque el resultado que obtenemos permite pagar los abonos, los recursos y la supervivencia de nosotros”,  dice Lazo, quien con el índice derecho se señala el corazón antes de afirmar que “la vega es esto que está aquí. La vega está dentro de mi y eso quiere decir que tengo que cuidarla”.

Pero para llegar a convertirse en los codiciados y caros puros, las hojas cosechadas tienen que transitar un largo camino, desde los campos hasta las casas de curado y beneficio, que anteceden a la entrada en las fábricas donde se elaboran los habanos Premiun, los confeccionados a mano.

Lazo explica que a partir de los 35 días de sembrado el tabaco, comienza a arrancar el botón superior de cada planta para evitar que crezcan y así las hojas toman el tamaño adecuado para los puros. “Después de los 45 días se empieza a recolectar, es decir a arrancar las hojas por orden”, revela.

Aunque el trabajo es duro y bajo el ardiente sol cubano, la siembra de tabaco es una tradición familiar que se extiende de padres a hijos y que sustenta la producción nacional de habanos.

Desde hace 14 años, Lazo trabaja con su hijo y un yerno, aunque en realidad son 12 los familiares cercanos que están vinculados a la plantación y la casa de curado. “Mi familia está preparada para continuar”, asevera el campesino, quien entre risas dice que a “dos nietos más que vienen de 13 y cinco años, hay que irlos encaminando ya”.

Aunque se considera que el éxito de nuestros puros es una combinación de buenas tierras, excelente clima y larga experiencia de los productores, la escogida y despalille de las hojas son partes vitales de la cadena productiva del habano para entregar a la industria la materia prima de la mejor calidad.

Los puros Premiun son comercializados por Habanos S.A., una empresa mixta entre la estatal Cubatabaco y Altadis, filial franco-alemana de la multinacional británica Imperial Tobacco, que se beneficia hoy del centenario hallazgo de la hoja.

El descubrimiento del tabaco, que es endémico de Cuba, tiene una singular historia que se inició el 4 de noviembre de 1492, cuando el español Rodrigo de Xerez y el judío converso Luis de Torres vieron fumando a los indígenas “unas hojas secas que desprendían una peculiar fragancia”.

De Xerez y de Torres observaron con asombro que los indígenas reducían a polvo las hojas o las retorcían para encenderlas y aspirar su aromático humo, en un acto al que daban un significado religioso al tabaco y que solían hacer en rituales para comunicarse con sus deidades.

Amigo cercano de Cristóbal Colón, el jerezano regresó a España en “La Niña” y llevó de vuelta el hábito de fumar, algo que asustó a sus vecinos, quienes lo delataron ante la Inquisición que lo encarceló por sus hábitos “paganos y diabólicos”.

El marino fue acusado de brujería, ya que “sólo el diablo podía dar a un hombre el poder de sacar humo por la boca”, pero cuando fue liberado de la cárcel siete años después, la costumbre de fumar se había extendido.

El tabaco fue considerado medicinal, como purgante y antiparasitario, pero también fue un arma para el pirata Francis Drake y el corsario John Howkins, quienes convencieron a sus seguidores, allá por el siglo XVI, de que era bueno realizar asaltos “echando humo”.

A la lista de fumadores con el tiempo se sumaron figuras históricas como el Zar Federico el Grande, Benito Juárez, Abraham Lincoln, Napoleón Bonaparte, Iosef Stalin, Ulises Grant y Theodor Roosevelt.

El tabaco ha pasado a ser uno de los principales rubros económicos y fuente de empleo y prosperidad para muchos de nuestros campesinos. Foto: Stringer

Fueron también grandes fumadores de puros, Sigmund Freud, Orson Welles, Ernesto Che Guevara o Winston Churchill, este último inspirador de una de las vitolas más voluminosas de las fabricadas en Cuba.

En la actualidad, el habano es considerado como elegante e histórico por sus “aristocráticos” precios y por las personalidades que le rindieron culto, como también lo hizo uno de los presidentes más famosos de Estados Unidos, John F. Kennedy, quien antes de decretar el bloqueo a nuestro país mandó a un asistente a comprar un buen lote de tabacos.

Lo cierto es que la compañía Habanos S.A. registró durante 2016, por la venta de puros cubanos. ingresos por 445 millones de dólares, lo que significó un aumento del cinco por ciento con respecto al año anterior.

Sin poder comercializar en Estados Unidos por el bloqueo, Habanos S.A. concentra el 70 por ciento de la cuota de mercado mundial de puros, estimada a nivel global en unos 400 millones de unidades.

La empresa tabacalera cuenta con una red mundial de distribución exclusiva presente en los cinco continentes y en más de 150 países, pero más allá del marketing y de la gestión comercial el éxito está garantizado por el empeño de los campesinos cubanos, quienes cada día salen a sus vegas para que los tabacos comiencen a transitar el camino hacia el mundo.