Esoectáculo: «Crecer con Martí y Fidel». Foto: Radio Reloj

El mayor logro profesional de Tin Cremata no es La Colmenita. La afamada compañía de teatro infantil es quizás la expresión más acabada y más visible de “algo” que el destacado director comenzó a edificar, tal vez sin proponérselo, desde el momento en que decidió enfrentar los demonios que van naciendo mientras cicatrizan las heridas propias de vivir.

Cremata, como cualquier ser humano, seguramente tuvo ante sí miles de caminos, pero como pocos seres humanos, tenía razones de sobra para decidirse por el trayecto más expedito. Sin embargo, cuando se voltea la mirada para revisar sus pasos, es casi evidente que es de los hombres que aunque haya sido de manera inconsciente se preguntó, parafraseando al teólogo brasileño Frei Betto si su vida era solamente para sí mismo, o para que otros tengan también vida.

La respuesta de Tin a esa interrogante ya la conocen los cubanos, quienes, desde las funciones de La Colmenita, perciben no solo el talento y el carisma de un grupo de niños, sino también la consolidación de un proyecto que, más que todo, enseña a las nuevas generaciones a vivir como se debe vivir en estos tiempos que algunos llaman posmodernos, pero que para Cuba son, sencillamente, tiempos complejos.

En los últimos meses los colmeneros asumen un nuevo desafío: hablarle a gente que ha ido perdiendo su corazón de niño, sobre aquellos temas que inevitablemente escuchan todos los días y sobre los que creen saber. Y, si hasta aquí el reto no parece demasiado grande, resta decir que muy humildemente los pequeños deben hacerle saber a su inusual audiencia que aquello que creen conocer, es poco o nada ante lo que les falta por aprender.

No se vive bien si no se construye algo para que les quede a los otros. Foto: Radio Reloj

Porque la vida no alcanza para valorar en toda su dimensión al más universal de los cubanos y al más fiel de sus discípulos; pero esa no es la premisa que Tin le transmite a sus pupilos. Para él, lo importante no es abarcar, es profundizar y, así, en la búsqueda de las pequeñas esencias que convirtieron a esos hombres en seres inmortales y como parte de un homenaje que tal vez no concluya nunca, surgió el espectáculo “Crecer con Martí y Fidel”.

La Colmenita, en su sede de La Habana Vieja, regaló esa puesta en escena a Radio Reloj por sus 70 cumpleaños. Y, durante casi dos horas, sacudió casi todas las certezas de los presentes, quienes, al menos durante el tiempo que estuvieron frente a los niños, sintieron -¿por qué no decirlo?- cierta deuda con el momento que les ha tocado vivir.

Y, precisamente es esa la principal lección de “Crecer con Martí y Fidel”, y quizás, la gran lección que Carlos Alberto Cremata intenta transmitir cada vez que enseña a sus discípulos a soñar: cuando sobren los pretextos para dejar de hacer lo que se debe hacer, toca recordar que no se vive bien si no se construye algo para que les quede a los otros.

Visto a través de los ojos de La Colmenita, el futuro de Cuba no prende de un hilo como muchos escépticos se empeñan en afirmar, sino que está colgado de los sueños de los niños.

Para Tin lo importante no es abarcar, es profundizar. Foto: Radio Reloj