Conseguir un estado óptimo de salud en los niños constituye una de las metas priorizadas de Cuba,  que alcanzó en el 2015 una mortalidad infantil de 4,3 por cada mil nacidos vivos, con lo cual el país mantiene durante varios años por debajo de cinco ese indicador fundamental de la fortaleza de un sistema sanitario.

La implementación de servicios médicos equitativos, accesibles y gratuitos ha permitido a la Isla, durante ocho años consecutivos, ubicarse al frente de la región de las Américas y estar entre los 20 países del mundo con menor tasa de mortalidad infantil.

Otro de los resultados que muestra el progreso de Cuba en el bienestar de los pequeños es la tasa de mortalidad del menor de cinco años, pues la Mayor de las Antillas alcanza la cifra de 5,7 por cada mil nacidos vivos, con lo cual se mantiene, por cuarto año consecutivo, por debajo de seis, y se posiciona entre los 40 países del orbe con esos logros, según datos aportados por el Grupo Interinstitucional para las Estimaciones sobre Mortalidad de las Naciones Unidas, publicadas en el Estado Mundial de la Infancia 2015.

El pasado año se redujo además la tasa de mortalidad preescolar de 3,8 a 3,6 y en el caso de la escolar fue de solo 1,9 por cada mil habitantes de dicha edad. En el 2015, la supervivencia de los niños a los cinco años se mantuvo en un 99,4 %.

Tales indicadores expresan la uniformidad del trabajo del Programa Materno Infantil y del Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, que posibilita darle seguimiento, en cualquier parte del país, a las embarazadas en todas las etapas de gestación y luego a los recién nacidos durante su primer año de vida. La atención a los prematuros y bebés con bajo peso al nacer es otra de las fortalezas.

Esos resultados expresan el impacto de las transformaciones realizadas por el Sistema Nacional de Salud, destacando el reordenamiento y rescate de los principios fundacionales de la atención primaria.

Logro de gran impacto ha sido la declaración de Cuba durante el 2015 como primer país en validar la eliminación de la transmisión materno-infantil del VIH-sida y la sífilis congénita, triunfo que fue elogiado por instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y el Sistema de Naciones Unidas.

Las anteriores son solo algunas de las conquistas de un Sistema de Salud nacional y una sociedad que, aún condenada a sufrir los efectos de un bloqueo impuesto durante más de 50 años por Estados Unidos, protege  y defiende afanosamente a su niñez, esa que Martí llamó “la esperanza del mundo”.