Los ojos constituyen un preciado tesoro. Foto: Tomada de guiainfantil.com

La Habana, Cuba.- Los ojos del niño constituyen un punto de la salud infantil sobre el que no siempre se reflexiona. Estos requieren de especial cuidado, y nunca serán suficientes las medidas que se adopten.

Al nacer, el bebé es sumamente susceptible a las diferencias del medio en el cual se encuentra tras nueve meses de confort y estabilidad en el vientre materno. De ahí que desde el momento mismo de su nacimiento los ojos perciben variaciones en la luz.

Por ejemplo, si está en un cuarto en penumbra y alguien enciende un foco, fíjese como parpadea. En el transcurso de los dos primeros meses seguirá la luz con la mirada y hará lo mismo con alguien que camine dentro de la habitación donde se encuentra. Se ha comprobado que lo que más le gusta mirar al bebé es el rostro humano.

Preferencias visuales

Cuando cargue a su bebé para amamantarlo, cambiarle el pañal o lo sostenga en sus brazos, observe con qué detenimiento su hijo mira su cara o sigue con la vista cualquier movimiento que realice.

Según algunos especialistas, las preferencias visuales de los niños parecen tener importancia en su desarrollo y permiten sacar conclusiones sobre el progreso cronológico de las capacidades sensoriales.

Los bebes nacidos a término se interesan por observar imágenes nuevas a las 10 u 11 semanas, mientras que los prematuros lo hacen entre las 14 o 15 semanas.

A medida que crece, sus ojos escudriñarán cada rincón y mirarán atentos su entorno. Pero, ¿cuántas veces nos hemos preocupado por observar si tiene la vista irritada, le molesta la claridad, o acerca o aleja demasiado un objeto?

Un diagnostico precoz

Nunca se hablará bastante sobre la importancia de vigilar la visión infantil. Si el defecto es patente, estrabismo, por ejemplo, los padres se preocupan enseguida y lo llevan al especialista. Pero, ¿cuántos niños padecen de miopía por años hasta bien avanzada la escolaridad y nadie se da cuenta?

Los ojos constituyen un preciado tesoro. De ahí que si observamos en el escolar algún comportamiento que lo haga acercar mucho los libros o libretas a la cara, debemos verlo como un signo alarmante. Igual, si tiende a ladearse o a adoptar una posición inadecuada cuando lee o escribe.

En cualquier caso, la visita al oftalmólogo no puede dejarse para luego. Un diagnóstico precoz y la aplicación de medidas de rehabilitación en niños de cero a cuatro años resultan más efectivas que en una edad superior.

Fue un trabajo de  Marilys Suárez Moreno