Por: Gardenia Companioni

El Museo de Arte Colonial, en sus inicios la elegante y resplandeciente mansión de los Condes de Casa Bayona fue construida a inicios del siglo XVIII en la Plaza de la Catedral por orden del capitán general de Cuba Don Luis Chacón, quien casó a su hija con el primer Conde de Bayona.

Su sencilla estructura de dos plantas, es un magnífico ejemplo de las casas tradicionales de los comerciantes de la época colonial.

Durante el siglo XIX, el edificio fue sede de varias entidades, como el Colegio de Escribanos, el Colegio Notarial y el famoso periódico “La Discusión”.

En 1930 se convirtió en el Club Bar de la capital, que sirvió como escenario para la novela “Nuestro Hombre en La Habana” de Graham Greene. Años después albergó las oficinas y almacenes de la firma licorera José Arechabala SA, productora del famoso Ron Havana Club.

Exponente de la aristocracia colonial

Tras un largo proceso de restauración, en 1969 la Casa Bayona reabrió sus puertas como Museo de Arte Colonial, un pequeño y delicado espacio que exhibe colecciones de mobiliario, esculturas, porcelanas, flores ornamentales, juegos de comedor, vajillas y pinturas, reflejo de las costumbres y modos de vida habanera entre los siglos XVI y XIX.

Su diversidad estilística, originalidad y diseños, indican el lujo y la ostentación que caracterizaron a la aristocracia cubana del periodo colonial, que gustaba imitar las modas imperantes en Europa.

Las colecciones más representativas son las de los condes de la Fernandina, Sagunto, San Ignacio, San Juan de Jaruco, Pedroso y Garro, Macuriges, Casa Romero y Casa Montalvo, y las de los marqueses de la Real Campiña, Almendares y de la Real Proclamación.