En la actualidad lamentablemente continúa extendiéndose la epidemia de perturbaciones alimentarias o alteraciones graves en la conducta nutricional, que afectan en específico a los adolescentes.

La anorexia y la bulimia nerviosas son enfermedades consideradas trastornos dismórficos, obsesivo-compulsivos, que conllevan numerosos problemas emocionales y de conducta.

La anorexia va más allá del control normal del peso corporal y se convierte en un aberrado régimen alimentario para perder libras, como símbolo de poder y control sobre sí mismo, que pueden en casos extremos devenir inanición.

Por su parte la bulimia, que proviene del griego boulimos, significa hambre de buey, y se describe como episodios secretos de excesiva ingestión de alimentos.

Mantener la alarma encendida

La anorexia y la bulimia, conocidas popularmente a través del rostro de algunos de sus afectados como lo fueron Lady Diana, Jane Fonda o la bailarina del Boston Ballet, Heide Guenther, son patologías modernas que han sido alentadas por las tendencias sociales de los países industrializados.

La bulimia se acompaña de métodos inapropiados para controlar el peso corporal, como el vómito autoinducido, uso y abuso de laxantes o diuréticos y el exigente ejercicio para el cuerpo.

A los adolescentes que presenten descontento con su imagen corporal y deseo intenso de perder peso, se les debe brindar información sobre los constantes cambios físicos y psicológicos por los que atraviesan.

La detección precoz y la prevención son piezas claves para evitar el avance de esos trastornos.