A la habanera Gloria Diezcabezas le interesa saber por qué el término cotidianeidad, que ella ha escuchado en los medios audiovisuales, no figura en los diccionarios, y en cambio sí se halla la palabra cotidianidad.

Si observa detenidamente, los vocablos contemporaneidad, simultaneidad, idoneidad, espontaneidad, femineidad, homogeneidad, y todos aquellos sustantivos con la terminación neidad, verá que se derivan de adjetivos que terminan en neo, o sea: tienen una E en las desinencias: contemporáneo, simultáneo, idóneo, espontáneo, femíneo, homogéneo.

Esa vocal se mantiene en -neidad-, que es la terminación de la palabra derivada.

El adjetivo cotidiano, no presenta dicha e, de ahí que no forme cotidianeidad, sino cotidianidad…

A propósito de lo cotidiano

Seguramente usted ha oído hablar de “el cotidiano de vida” o de “nuestro cotidiano de vida” y se pregunta si tal expresión es correcta.

Quien así habla omite el sustantivo al cual se refiere el adjetivo cotidiano en esa frase, donde debe decirse “el ritmo cotidiano de vida”, “nuestro modo cotidiano de vida”, “su estilo cotidiano de vida”…

Aunque la omisión es un recurso permisible en el discurso, sólo es válido cuando el sentido es perfectamente comprensible a pesar de lo que se calla.

Pero el adjetivo cotidiano reclama la presencia de un sustantivo, del mismo modo que el sustantivo cotidianidad rechaza la existencia de la vocal e en su desinencia.

Es preferible hablar de “la vida cotidiana”, en una frase construida como manda la norma.