No es posible borrar de nuestras mentes aquel crimen horrendo que costó la vida a cientos de miles de japoneses inocentes como consecuencia del lanzamiento de la bomba atómica un día como hoy hace 63 años.

Así expresaron Hibakushas, víctimas o descendientes de ese acto horrendo, durante su viaje a La Habana en julio pasado en el Barco por la Paz.

Sus testimonios calan hondo en nuestros corazones: niños que perdieron su familia completa, cadáveres carbonizados al momento, un humo asfixiante y una llamarada abrazadora que arrasó todo el territorio.

Eso ocurrió el 6 de agosto de 1945 en la ciudad de Hiroshima, Japón. Los historiadores afirman que fue un acto premeditado e innecesario, ya que la Alemania nazis había sido derrotada.

Cerca del 30 por ciento de la población de Hiroshima murió en el acto.

La humanidad debe estar alerta

La bomba de uranio Little Boy, que irónicamente significa joven pequeño, lanzada por el gobierno estadounidense, generó un calor de aproximadamente un millón de grados centígrados, haciendo arder el aire y generando una bola de fuego de 256 metros de diámetro.

Hoy, cuando las potencias imperialistas intentan reconquistar terrenos y riquezas a costa de los pueblos, se hace necesario tener presente hechos como el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima, que demuestra lo que son capaces de hacer esos ambiciosos y agresivos monstruos en el poder.

No olvidar que días después Nagasaki, también en Japón, sufrió el mismo golpe. Los pueblos necesitan y quieren paz, comida, salud y educación, reclamos que no interesan a las grandes potencias.

Por eso, en la unidad de todos está la victoria.

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