La acción de la Revolución permitió erradicar el bandidismo en 1965

La Habana, Cuba. – La segunda temporada de la teleserie Lucha Contra Bandidos, La otra guerra inicia su filmación en escenarios del sur de Matanzas, una de las regiones más afectadas por el bandidismo a inicios de la Revolución.

Con  dirección de Roly Peña y Miguel Sosa y con asesoría del Ministerio de Interior, la producción recrea desde la ficción una de las etapas más cruentas en el enfrentamiento a las bandas de alzados financiadas por la Agencia de Central de Inteligencia de Estados Unidos.

La segunda temporada de la teleserie Lucha Contra Bandidos, La otra guerra tendrá sus principales locaciones en los municipios matanceros de Ciénaga de Zapata y Jagüey Grande, donde las bandas contrarevolucionarias cometieron crímenes y sabotajes.

Estructurada en 10 capítulos, la producción televisiva que ahora inicia su producción en Matanzas, estará en pantalla en diciembre por el Canal Cubavisión.

Escenario de fuerte lucha de clases

Matanzas fue después del Escambray la región donde la CIA ejecutó mayores esfuerzos para fomentar grupos armados irregulares con el objetivo de derrocar a la Revolución.

En 1959 comenzó a operar la primera de esas bandas contrarrevolucionarias a la que fueron sumándose otras hasta abril de 1961, fecha en que se produce la invasión mercenaria por Playa Girón y donde los bandidos estaban llamados a apoyar la cruel agresión.

Con una amplia franja de costa al Norte y Sur, Matanzas fue receptora de cuantiosos alijos de armas y pertrechos introducidos de manera clandestina por la CIA, con las mayores acciones de su tipo en la zona de Canasí y la Ciénaga de Zapata.

Paralelo a los grupos armados, la CIA fomentó varias organizaciones contrarrevolucionarias, muchas destinadas al apoyo logístico de los alzados, estructurando una compleja red de colaboradores y simpatizantes. Entre las organizaciones creadas para apoyar a las bandas estaba el Movimiento de Recuperación Revolucionaria, la que de alguna manera lideraba la organización interna de los apoyos a los alzados.

Muerte y destrucción

Las bandas de alzados contrarrevolucionarios en Matanzas dejaron un alto números de muertos y heridos. Por la acción de los bandidos en suelo matancero perdieron la vida 110 cubanos, de los cuales cerca de la mitad fueron asesinados, incluido varios niños y ancianos.

Jagüey Grande, Calimete, Los Arabos, Canasí, Agramonte, San José de los Ramos y Amarillas se identifican como las zonas donde con mayor frecuencia actuaron las bandas patrocinadas por la CIA, las que adoptaron una actitud más virulenta a partir de 1962, lo que obligó a la Revolución a establecer una estrategia para su aniquilamiento.

De manera conjunta o por separado fuerzas del Ejército Rebelde, el Ministerio del Interior y de la Dirección de Lucha Contra Bandidos desarrollaron un plan estratégico que permitió ir neutralizando a las bandas.

Combatientes, jóvenes milicianos y oficiales de las FAR y el MININT asumieron complejas y riesgosas tareas, incluida la penetración en los grupos armados para saber con antelación sus planes, modos de operar y zonas de movimiento.

Final de la aventura del bandidismo en Matanzas

Las diversas operaciones de las fuerzas revolucionarias en Matanzas fueron cercando y eliminado a las bandas de alzados contrarrevolucionarios, las que a partir de 1963 fueron disminuyendo en cuantía y posibilidades de acción.

Con la mayoría de los bandidos escondidos y desesperados por encontrar una manera de salir del país, la Revolución desarrolló la Operación Exterminio, donde las fuerzas de la Seguridad del Estado desempeñaron un papel protagónico hasta la erradicación definitiva del bandidismo en Matanzas, lo que ocurrió en 1965.

Superada solo por el Escambray en la cuantía de bandas contrarrevolucionarias y acciones criminales, en Matanzas operaron un total de 625 bandidos, lo que representa cerca del 25 por ciento de todos los lazados por órdenes de la CIA contra la Revolución en Cuba.

Con la caída de la última de las banda el 10 de enero de 1965 en la finca El Cura, del barrio Rovira, en Jagüey Grande se cerró  una de las páginas más convulsas en la lucha de clases en Matanzas y donde la Revolución salió victoriosa.