Debemos reconocer la violencia contra la mujer como un mal que afecta a todos.

La Habana, Cuba.- Lamentablemente, la violencia contra las mujeres es vista en muchas ocasiones como un asunto privado o de pareja.

El fenómeno se suele reducir e incluso homologar, con la violencia intrafamiliar; en parte porque muchos hechos ocurren puertas adentro, compete a personas en pareja, con un fuerte vínculo afectivo o familiar. Sin embargo, detrás de esa incorrecta definición se pierden los verdaderos matices y particularidades del flagelo.

Especialistas de diferentes disciplinas consideran que esa confusión se debe, ante todo, a la falta de profundización en el estudio de la teoría de género, hecho que ha llevado a la creencia de que se trata de una relación interpersonal.

Esas visiones erradas, tristemente, llevan a juicios  dañinos, que ahuecan el entendimiento del fenómeno, lo desvirtúa y naturaliza.

Asunto que concierne a todos

A pesar de que en Cuba la violencia contra las mujeres se ha reconocido como un problema social que apremia atender, aún el fenómeno sigue siendo, para muchos, un asunto personal o familiar, en el que no conviene intervenir.

Dichos como “entre marido y mujer, nadie se debe meter” se escuchan frecuentemente para dar a entender que se trata de un tema a resolver dentro del hogar y que no incumbe a terceros.

Debemos reconocer la violencia contra la mujer como un mal que afecta a todos. Reproducir estereotipos culturales dañinos, que naturalizan y perpetúan la probada resistencia social a reconocer que el maltrato a la mujer es una forma más de violencia, es ser cómplice de una misoginia institucionalizada siglos atrás, que limita la construcción de una sociedad de inclusión y equidad, basada en el respeto a la diferencia.