Donald Trump, un problema para el mundo

La Habana, Cuba. – Los gestos de Mussolini, del Fiúhrer el pensamiento, se siente dueño del mundo por presidir un imperio entre malos asesores y peores consejeros.

Como a los cowboys de Hollywood que no pierden el sombrero, a su peluca amarilla no se le mueve ni un pelo cuando orondo de arrogancia amenaza con el dedo. Y cuando dice que es mucho lo que arreciará el bloqueo pensando que los cubanos vamos a temblar de miedo, demuestra que no conoce la estirpe de nuestro pueblo.

Si nutridos por Martí, una vez fuimos Maceo, ya nada nos amedrenta ni nos infunde recelos después de casi seis décadas de terrorismo perpetuo.

Cuando acaba el espectáculo y el circo queda en silencio, una larga trompetilla va detrás del trompetero.