La exasperación, la prepotencia y la falta de sentido común volvieron a ponerse de manifiesto al cierre de este abril en la política de Washington con relación a Venezuela.

Así, un reducido grupo de militares, la oposición extremista y varios de sus principales cabecillas, incluido el titulado presidente por encargo Juan Guaidó, se desplazaron a las cercanías de la base y aeródromo militar La Carlota, en Caracas, para difundir al mundo, mediante una francachela mediática apoyada desde Washington, Bogotá y otras capitales comprometidas con la Casa Blanca, la falsa noticia de un alzamiento castrense y de la tan deseada por los enemigos del país “quiebra de los mandos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas”.

Y también la puesta en marcha de un golpe contra el gobierno que encabeza Nicolás Maduro.

Repuesta aplastante

Ya acostumbrados a estos lances provocadores, la respuesta del gobierno, las fuerzas militares y la población venezolanos a la nueva agresión resultó inmediata y contundente.

Pudo saberse que buena parte de los efectivos involucrados en la intentona resultaron engañados por sus preceptores, y en medio de una movilización popular que acudió al Palacio de Miraflores a apoyar al gobierno legítimo, los instigadores de este nuevo episodio desestabilizador se refugiaron en embajadas de naciones cómplices de la agresión hegemonista contra Venezuela.

Mientras, la alharaca mediática de la prensa vendida a Washington volvió a quedar como pura hojarasca sin sentido y muy alejada de la realidad de un país donde la mayoría anhela la paz y rechaza toda agresión a su soberanía.

Para meditar

El fracaso de los episodios golpistas en Venezuela a fines de este abril indica claramente que la política agresiva de la Casa Blanca y de sus aliados internos y externos es un rotundo fracaso.

Donald Trump no acaba de asumir que el mundo ha cambiado, y no precisamente a favor de la bravuconería y la imposición. A más agresividad, la respuesta casi absoluta es más resistencia, así de sencillo.

Por lo demás, y lo pedían varios analistas venezolanos, ya va siendo hora que los órganos locales de justicia apliquen en todo su alcance las leyes penales contra quienes no cesan de dirigir acciones violentas en contubernio con intereses foráneos.

Movilizar es importante, pero a partir de ciertos límites también se requiere de la respuesta con acciones legales tajantes.