El Patio de las Palmeras, con su hermosa fuente, es el centro de la Casa Rosada. Foto del autor

Uno de los puntos más conocidos de Buenos Aires es La Casa Rosada, un edificio que es sede del poder ejecutivo argentino y que fue construido sobre lo que fuera una fortaleza erigida en 1594 sobre la orilla del Río de La Plata.

Casi todos los presidentes argentinos han trabajado en ese inmueble de tres plantas y arquitectura ecléctica que combina diversos estilos, entre los que se pueden identificar el romanticismo francés y el italiano.

La  construcción de la actual casa de gobierno se inició en 1873, cuando se erigió el edifico de Correos y Teléfonos en la intersección de las calles Hipólito Yrigoyen y Balcarce, pero unos años después se decidió levantar el Palacio de gobierno en la esquina de Balcarce y Rivadavia, con edificación similar al vecino inmueble.

En 1886, ambos edificios se unieron mediante el pórtico que hoy es la entrada principal de la Casa Rosada, orientada hacia el frente de la Plaza de Mayo y directamente al monumento ecuestre al General Manuel Belgrano, creador de la bandera nacional.

El Salón Blanco es uno de los principales del centenario edificio. Foto del autor

Más de medio siglo después, a comienzos de 1938, un decreto aprobó la demolición de una parte del ala sur del inmueble, que perdió 17 metros, y ahora es asimétrico.

Sin embargo, lo más llamativo es el color rosado del edificio, sobre cuyo origen todavía los expertos no se ponen de acuerdo pues se dice que para pintarlo se utilizó una mezcla de cal, sangre bovina y aceite, técnica empleada en la época por sus propiedades hidrófugas para evitar la humedad y las filtraciones.

No obstante, hay otro par de versiones vinculadas al presidente Domingo Faustino Sarmiento (1811- 1888), quien se cuenta trató de representar de manera simbólica la fusión de los partidos que protagonizaron las cruentas guerras civiles de la primera mitad del siglo XIX, con la mezcla del blanco supuestamente usado por los unitarios y el rojo de los federales. Esa leyenda, sin embargo, parece improbable pues los unitarios se identificaban generalmente con el color azul.

Otros también dicen que Sarmiento, después de un viaje por Europa, promovió el uso de ese color al tomar los patrones de moda en el Viejo continente, aunque lo cierto es que a lo largo de los años esa coloración ha cambiado de tono, desde un rosado pálido hasta acercarse al anaranjado.

Por esta escalera se accede a la oficina del presidente argentino. Foto del autor

Como dato curioso hay que apuntar que Roque Sáenz Peña (1851-1914) fue el único presidente argentino que recibió permiso para habitar en La Casa Rosada, pues la residencia oficial de los mandatarios es la Quinta de Los Olivos, pero al padecer una severa diabetes que le impedía moverse con soltura el mandatario tuvo que irse a vivir al edificio, donde incluso murió.

El busto de Sáenz Peña está en el llamado Hall del Honor, un salón de la planta baja, por donde hoy entra el presidente de la República, y donde se colocan las imágenes en mármol de todos los mandatarios constitucionales, ocho años después de que hayan dejado el poder y previa autorización del jefe de estado en funciones.

En ese lugar solo faltan los bustos de los Generales golpistas y de Carlos Ménem, los primeros por acceder al poder de manera irregular y el segundo porque, aunque fue electo democráticamente, nunca obtuvo la autorización de los mandatarios precedentes.

Pero no todo es historia y anécdotas en la sede del poder ejecutivo argentino, donde el presidente Mauricio Macri, en febrero del pasado año, apenas dos meses después de asumir el poder, quitó los cuadros de su antecesor Néstor Kirchner y del desaparecido líder bolivariano Hugo Chávez, de la Galería de los patriotas latinoamericanos, ubicada también en un salón de la planta baja del Palacio.

El Hall del Honor guarda los bustos en mármol de los presidentes constitucionales argentinos. Foto del autor

En general, el recinto posee una mística especial que se puede apreciar en el Museo Casa Rosada, ubicado al fondo de la sede ejecutiva, sobre la antigua Aduana Taylor, donde ahora se exhiben más de 10 mil piezas históricas pertenecientes a varios mandatarios.

En unos cinco mil metros cuadrados, bajos sus techos de vidrio, el museo contiene fotos, pinturas y material audiovisual acerca de los distintos períodos históricos de Argentina y objetos hallados en excavaciones arqueológicas, además de la obra “Ejercicio plástico”, elaborada en 1933 por el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros con la cooperación de los pintores argentinos Linio Enea Spilimbergo y Antonio Berni y del escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro.

Más allá de coyunturas políticas, La Casa Rosada es un sitio de obligada visita para conocer uno de los lugares más famosos de Buenos Aires y sobre todo el centro del poder ejecutivo argentino.

Por Raúl Menchaca, enviado especial