El quinto aniversario de la partida de Chávez es ocasión para que hoy se reúna en Caracas la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos.

Es un foro que llega cuando la Revolución Bolivariana resiste una guerra no declarada.

La Venezuela chavista ha tenido que enfrentar embates de todo tipo, internos y externos, por el afán de sostener un proyecto  que significó un cambio en el mapa político regional.

Aunque el frente más débil es el económico, el gobierno de Nicolás Maduro ha logrado mantener el timón en el rumbo que dejó trazado Chávez.

Ni la oposición doméstica, aliada de la oligarquía regional, ni los esfuerzos de Estados Unidos, respaldado por algunos títeres, han doblegado al chavismo, ganador una y otra vez en las urnas y en las calles.

Por todos

Defender hoy a Venezuela es defendernos todos. En primer lugar porque hay que salvaguardar el derecho a solucionar las diferencias políticas internas por la vía democrática y sin la intromisión de factores externos.

Además, porque para nadie es un secreto que la Revolución Bolivariana es el pilar de un proyecto integracionista que trasciende las fronteras venezolanas e implica incluso la supervivencia de algunos estados.

Venezuela, junto a Cuba, conforma el eje de la soberanía regional que soñaron Chávez y Fidel, herederos de una tradición emancipatoria cuya más alta expresión está entre Bolívar y Martí.

La Cumbre del ALBA que comienza en unas horas, es un momento para cerrar filas en defensa de un legado político que carga sobre sus hombros a Latinoamérica, para seguir otros cinco años con Chávez.