Los hijos de Cuba vivimos un momento trascendental, más que como meros pobladores y patriotas, como ciudadanos de la República, la que tenemos hoy y la que puede ser configurada con la voz de todos.

Luego de 42 años de la vigente Constitución, nos proponemos una reforma total de la ley primera y, fruto de cinco años de trabajo, ya contamos con el Proyecto de una nueva Carta Magna que será sometido a debate nacional a partir del 13 de agosto.

Se abre un espacio para la construcción de consensos ante el que no podemos subestimarnos, pues en la posibilidad y el deber cívico de decidir el futuro de los de esta Isla descansa el peso de un país, en el que todos somos constituyentes.

Ninguna disconformidad a primera vista deberá hacernos presa de la inercia, la autocensura o el conservadurismo, y anular a esa condición de ciudadano que todo noble proyecto emancipador necesita.

El Partido del pueblo, el pueblo del Partido

El Proyecto de Constitución tiene como savia esencial el pensamiento del líder histórico de la Revolución cubana, quien entendió desde su fecunda mocedad que la unidad era la máxima divisa para lograr la emancipación martiana de con todos y por el bien de todos.

Por ello se reafirma en el texto el papel rector del Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación, que no es electoral ni está por encima del pueblo, sino que simboliza su unidad. Ya la historia de esta tierra sufrió la charlatanería del multipartidismo burgués, que solo servía a los intereses de una élite.

Para que nada se haga de espaldas al pueblo, como quiso Fidel, ahora los cubanos tienen la palabra para decidir si la ley primera de la República seguirá siendo el culto a la dignidad plena del hombre, como quiso el Apóstol.