La Habana, cuba. – La reunión en Bogotá del autoproclamado Grupo de Lima, bajo la batuta del vicepresidente gringo, Mike Pence, a horas de la ofensiva antichavista del pasado sábado 23 de febrero, deja claros síntomas de que Washington y sus aliados regionales, junto al fantoche venezolano Juan Guaidó, salieron claramente choqueados de la tensa jornada.

Y es que ninguna de sus provocaciones en los pasos fronterizos por los que decían llegaría la supuesta ayuda humanitaria a los venezolanos, pudo ser burlado por los encargados de realizar tamaña violación.

Tampoco tuvieron efecto algunos de los espectáculos mediáticos y los desórdenes que grupos derechistas pretendieron armar. Y es que fueron el pueblo venezolano y sus fuerzas armadas, en estrecha convergencia, los que pararon en seco los planes desestabilizadores.

ALBOROTO Y REALIDAD

En consecuencia, Mike Pence y su coro intentaron disfrazar su disgusto agitando nuevas amenazas contra Venezuela, reclamando pretendidas elecciones libres en el vecino país, resaltando la figura del fantoche Juan Guaidó, y convocando a acentuar las presiones para sacar a Nicolás Maduro del cargo que legítimamente ejerce.

Pence en particular habló de la supuesta amenaza que representa Caracas, y hasta llegó, en una mala imitación de Donald Trump, a advertir en tono amenzante que quien toque a Colombia se las verá con Washington, en una neta pose de ridículo guapo de barrio.

Pura verborrea que refleja las intensas frustraciones de quienes están viendo que ninguno de sus planes criminales encuentra vías de éxito. Mucho menos cuando, incluso, la Unión Europea acaba de rechazar un ataque militar contra Venezuela.