Nacido en La Habana, en 1887, el pintor cubano Víctor Manuel García manifestó su vocación por la pintura desde una edad muy temprana.
A los 16 años matriculó en la escuela de San Alejandro donde sobresalió como alumno de Leopoldo Romañach. Más adelante estudiaría en París la pintura clásica y conocería la moderna cuando entre los años 1925 y 1926, la ayuda de un grupo de amigos le permitiera viajar a Europa.
A partir de entonces su identidad comenzaría a manifestarse de manera más segura y en su obra se produciría un vuelco significativo.
Fue en Víctor Manuel en quien se verificó, en el arte de los pinceles y los lienzos, la primera transposición del modernismo europeo a temas y ambientes cubanos.
A partir de una sensibilidad cubana
Se conoce que los jóvenes pintores que se afanaban por crear un arte nacional sin tradición a la que asirse, tuvieron en Víctor Manuel, a su regreso de Europa, la revelación de que era posible, también en la pintura, ser cubano y moderno.
En 1927 Víctor Manuel participó en la Exposición de Arte Nuevo, muestra que marcaría el inicio del modernismo en la pintura cubana.
A partir de entonces se convirtió en una figura destacadísima y en uno de los principales renovadores del arte en la Isla, no sólo por su obra, sino también por su incansable magisterio.
En 1929 viajó nuevamente a Europa de donde regresaría con un estilo propio e inconfundible, y con la determinación de que sus temas serían paisajes cubanos y retratos, generalmente, de mujeres.
La Gioconda de los trópicos
Ejemplo de su nuevo modo de expresión y devenida símbolo de todo su arte, la Gitana Tropical fue pintada en 1929, durante la segunda estancia de Víctor Manuel en París.
De modo que la famosa obra pertenece a la etapa de arranque del artista, a los años en que su pintura ejerció un innegable servicio de fundación y sacudida.
Gitana Tropical dio el nombre genérico de gitanas a la infinita serie de cabezas o torsos de mestizas que Víctor Manuel pintó hasta el final de su vida. En ella se muestran los principales componentes de la sensibilidad del pintor, a la vez que ha sido la imagen que más fascinación ejerciera entre los admiradores de su arte.
Gioconda de los trópicos se le ha llamado en varias ocasiones a la Gitana Tropical, obra que, sin dudas, es el primer clásico del modernismo pictórico cubano.