La Habana, Cuba.- Aquel 5 de junio de 1958 aviones de la fuerza aérea de la dictadura de Fulgencio Batista bombardearon el firme de Minas de Frío en la Sierra Maestra. La metralla destruyó cafetales y un humilde bohío donde vivía el campesino Mario Sariol con su esposa y cinco hijos.
Las bombas destruyeron los viejos muebles, acabaron la poca medicina y los alimentos de la familia, y convirtió la zona en tierra arrasada. Sariol trabajaba en el secadero de café cuando ocurrió la tragedia.
Al regresar a su bohío encontró el desastre, y sobre todo, no vio a su familia. En la desesperación, no se percató de que su esposa y sus cinco hijos salían de un túnel existente en una vieja mina de manganeso.
El campesino solo atinó a recoger fragmentos de las bombas y cohetes que la aviación de la dictadura arrojó, y los llevó al campamento donde estaba el líder revolucionario Fidel Castro Ruz.
El destino verdadero de Fidel
El campesino Mario Sariol le mostró al líder rebelde Fidel Castro restos de las bombas lanzadas por la aviación batistiana, en los cuales se leía Fuerza Aérea Estadounidense.
Fidel, hace hoy 67 años, escribió a Celia Sánchez una histórica carta en la cual expresaba cuál sería su claro objetivo en la lucha armada en la Sierra Maestra. La misiva quedó como prueba contundente del respaldo yanqui a Batista.
La carta, fechada el 5 de junio de 1958 dice en una de sus partes: Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta de que ese va a ser mi destino verdadero.