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El temido conflicto regional en el Medio Oriente, parece a las puertas. Pudiera decirse que ya se vive, después que las provocaciones y el hostigamiento de Israel contra Irán provocara otra respuesta de la nación persa.

Igual que en julio, Teherán respondió con cierta mesura, como quien lanza disparos de advertencia. Israel afirma que los 180 misiles lanzados el pasado martes por Irán contra blancos militares del sionismo no provocaron grandes daños, pero reconoce que impactaron algunas de sus bases.

La guerra está en el umbral, promovida por la injusticia contra el pueblo palestino y el incumplimiento a la demanda de que se le reconozca como Estado y respeten sus confines.

De esa y otras arbitrariedades nacen los desmanes de Israel y la beligerancia de Hezbolá, de los hutíes y, desde luego, de Hamas, objeto también de la furia israelí.

Estados Unidos: Sí, pero no

El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, ha dicho que su país trabajará con Israel para garantizar que Irán enfrente consecuencias severas por su ataque; pero Biden afirma que no apoyaría acciones contra sus instalaciones nucleares.

Mientras, el Grupo de los 7 declaró que Tel Aviv tiene derecho a una respuesta, pero que esta debe ser proporcional. Muchos, sin embargo, piensan que el premier israelí, Benjamín Netanyahu, se les ha ido de las manos.

El asesinato por Israel de los principales líderes de Hamas y  Hezbolá gracias a su arsenal militar con uso de moderna tecnología; el despliegue de sus Fuerzas de Defensa en Líbano; los ataques a Yemen y a Siria en el propósito de cercenar el llamado Eje de Resistencia que lidera Irán, constituyen una agresión a ese país que, difícilmente, la nación persa podrá soslayar.