La Habana, Cuba. – Bien reconoce la sicología que la infancia es la etapa más importante y decisiva en el desarrollo de la personalidad. Y es que en los primeros años de la vida se dan un conjunto de procesos novedosos y formativos en los que el pequeño, de la misma forma que puede avanzar, a veces también retrocede.
Ello ocurre muchas veces debido a los conflictos que se tienen que enfrentar en esas edades iniciales sin contar con las herramientas sicológicas necesarias.
No es difícil encontrar entonces a niños que presentan problemas para dormir, o parezcan tristes sin un motivo aparente o tengan arrebatos de ira. Por lo general, se trata de reacciones transitorias que se deben al desarrollo y que se solucionan sin mayores consecuencias.
No obstante, sí existen determinadas situaciones que desbordan los recursos de afrontamiento de los padres y requieren entonces la ayuda de un especialista.
Con los ojos puestos para no perder tiempo
Si algo se hace imprescindible por los padres y tutores en los primeros años de vida de los niños, es la atención permanente al comportamiento de los pequeños.
De lo que se trata es de darle respuesta a cada nueva situación que se presente de manera inmediata, sin que se pierda tiempo, ya que un problema desatendido o mal orientado desde casa puede tener posteriormente consecuencias peores.
Los expertos en el mundo de la sicología consideran que resulta oportuno acudir entonces a la consulta de un sicólogo infantil si se nota que el pequeño no desarrolla sus habilidades como el resto de los niños de su edad, si pasa trabajo para aprender, si se orina en la cama ya en una edad avanzada, si se muestra rebelde, o tiene ansiedad, tristeza, dificultades para hablar, pensamientos extraños, problemas de adaptación o una marcada intranquilidad.