Por: Gardenia Companioni
Situado en el extremo oeste del malecón habanero está el restaurante 1830, considerado como uno de los más elegantes de La Habana, que dispone de unas magníficas vistas al mar desde su terraza.
La historia del edificio se remonta al siglo XIX, cuando en el lugar se ubicaba el restaurante Arana, cuya fama se extendía por toda la ciudad, gracias a las especialidades de la casa: el bacalao a la vizcaína y la merluza a la vasca.
A comienzos del XX pasó a llamarse Hotel La Mar. En la década de los 50 del pasado siglo, el inmueble fue adquirido por la familia Currais, propietaria del restaurante La Zaragozana, que lo restauró y convirtió en lo que se conoce hoy.
Como muchas partes de La Habana, por esos años el restaurante pulsó el botón de pausa y se despertó sin una sola cana.
Apetecibles platos criollos
El restaurante 1830 es un templo culinario dedicado a los platos tradicionales cubanos, que cumple las expectativas de los más exigentes comensales.
Dispone de un confortable comedor, un pequeño escenario y excelente servicio. Su inolvidable jardín trasero, con palmeras, plantas y mesas apostadas sobre la tierra, invita a la charla por horas.
Tras el cierre de la cocina a las 10 de la noche, desaparecen las mesas, descienden las luces, y la música en directo se apodera del local e invita al baile, acompañada por alguno de sus espléndidos cócteles.
Cada día, se programan excelentes actuaciones de diferentes estilos, como el jazz, la salsa o la timba cubana, entre otros géneros.
Está abierto todos los días desde las 12 del día hasta las 12 de la noche.